miércoles, 8 de febrero de 2012

UN ANIVERSARIO DEL CUAL LA IGLESIA CATOLICA NO DEBERIA SENTIRSE MUY SATISFECHA Y QUE MUCHOS CATOLICOS AUN TE DICEN CON LA CARA MUY ALTA "Y A MUCHA HONRA"



                                                       


El triibunal del Santo Oficio inició su actuación teniendo como sede el convento de San Pablo de los dominicos. La orden dominica (1), jugándose su prestigio y tratando por todos los medios de aventajar a su más próxima rival, la Orden Franciscana, no tuvo empacho en convertir su convento en cárcel pasajera de los hombres y mujeres "más culpados" de la herejía, al menos de los seis que inauguraron el quemadero de Tablada el 6 de febrero de 1481. Allí fueron quemados seis hombres y mujeres en los llamados "cuatro profetas", "cuatro grandes estatuas huecas de yeso... dentro de las cuales metían vivos a los impenitentes para que muriesen a fuego lento". En el auto predicó el dominico Fray Alonso, "celoso de la fe de Jesucristo e el que más procuró en Sevilla esta Inquisición". En el segundo auto, que se celebró a finales de abril de 1481, se procesó al famoso Pedro Fernández Benadeva, participante de la conjura de los conversos, en la collación de San Juan de la Palma. Este caso se recordaría en las coplillas burlescas de la chiquillería: "Benadeva, dezí el Credo / ¡Ax, que me quemo!", narraba Sebastián Pinelo en 1569 -con 75 años- que oyó cantar siendo muchacho.
El convento de San Pablo se rodeó así de lúgubre fama, acrecentada con el paso de los años. Según afirmó en 1612 el abad Gordillo, los inquisidores "celebraban en su convento... los autos y exemplares castigos que en los herejes y tornadizos convenian que se hiciesen, y en su iglesia ponían los sanbenitos, y aun es fama constante que dentro de la cerca del mesmo convento hicieron sus cárceles y executaban las penas de fuego que imponían". Al profesor Juan Gil se le hace duro de creer que parte del recinto dominico se hubiera convertido en mazmorra inquisitorial; la tradición, descabellada a primera vista, queda avalada por la fuente anteriormente citada, aunque ya se le atragantó a Ortiz de Zúñiga, que procuró maquillar en lo posible una crueldad inaceptable ya para la sensibilidad de su tiempo.
Pero pronto tuvo que trasladarse al Castillo de Triana, a orillas del Guadalquivir; aquí residió durante todo el siglo XVI aunque no todas las dependencias del Tribunal radicaron en él, por ser pequeño dado el extraordinario desarrollo que fue alcanzando en el transcurso del tiempo.
La composición del Tribunal en Sevilla durante esta época fue de tres inquisidores, un fiscal, un juez de bienes confiscados, cuatro secretarios, un receptor, un alguacil, un abogado del fisco, un alcaide de las cárceles secretas, un notario de secreto, un contador, un escribano, un nuncio, un portero, un alcaide de la cárcel perpetua, dos capellanes, seis consultores teólogos y seis consultores juristas, más un médico. Además la Inquisición disponía de la colaboración de los "familiares", que constituían una especie de policía, a menudo fanática, y que disfrutaba de los privilegios de escapar a la jurisdicción de los demás tribunales, estando autorizado a portar armas.
Estas y otras ventajas provocaban roces y disputas con las autoridades seculares, y a veces por motivos nimios. M.E. Perry (1) cita un caso en 1637 en el que un funcionario de la Inquisición se negó a ayudar a unos jueces que habían volcado su coche. Los jueces, molestos por esta actitud, le impusieron una multa de 200 ducados, que la Inquisición se negó a pagar. El Asistente mandó 50 soldados para confiscar bienes del Tribunal por el valor de la multa. La Inquisición contestó excomulgando a seis oficiales de la justicia que habían intervenido en el caso. Nueve días más tarde, sin embargo, llegó la orden de Madrid de suspender la excomunión y de rebajar la multa a 50 ducados.
"..el Santo Oficio de la Inquisición, donde hay de ordinario tres o cuatro inquisidores, un fiscal, un juez de bienes confiscados, seis consultores y teólogos, clérigos y frailes, para calificar las proposiciones; otros tantos y más consultores juristas, que asisten a la vista y determinación de los procesos, cuatro secretarios, un receptor, un alguacil, un abogado del fisco, un alcaide de las cárceles secretas, un notario de secreto, un contador, un escribano del juzgado del juez de bienes, un nuncio, un portero, un alcaide de la cárcel perpetua, dos capellanes; sirven también un médico, un cirujano, un barbero, un despensero y más de cincuenta familiares en esta ciudad, que tienen todos sus privilegios concedidos por los bienaventurados reyes don Fernando y doña Isabel, Reyes Católicos de buena memoria, y confirmadas por los que han sucedido. Viven en el Castillo de Triana los jueces y oficiales deste santo oficio."
Juan de Mal Lara (1570)
El celo del Tribunal afectaba a herejes, bígamos, blasfemos, usureros, sodomitas, brujos, hechiceros y clérigos acusados de deslices sexuales. La condición de los condenados era muy variada, demostrando la extensión y filtración de los conversos: alcalde de Olivares, jurado, escribanos, alcalde ordinario, secretario del duque de Medina Sidona, religiosos, lombardero, cambiador, corredor de lonja, físico, curtidor, vinatero, trapero, calero, toquero ... Unicamente se liberaban de su ámbito los obispos y las órdenes religiosas sujetas directamente al papado. Sin embargo, el Tribunal se esforzó por someter a frailes y ello originó múltiples querellas, zanjadas sólo a principios del XVII en que triunfó la Inquisición.
Pero la labor esencial del Santo Oficio era la de perseguir y juzgar a los falsos conversos. Los autos de fe que se celebraron en Sevilla tuvieron lugar, primero en las gradas de la Catedral, y más tarde en la Plaza de San Francisco, aunque la mayoría tuvieron lugar en la iglesia de Santa Ana, además de la de San Marcos y en el convento de San Pablo. En todos estos lugares acudía una gran multitud, que solía participar de una manera enfervorizada en todo el complicado ceremonial que llevaban aparejados estos actos. Famosos fueron los de 1546, en el que salieron condenadas 70 personas a diversas penas, o el de 1560, por el que fueron condenados a la hoguera los doctoresEgidio y Constantino. En este siglo XVI, constan Autos de Fe en Sevilla en los años 1524, 1546, 1559, 1560, 1562, 1570, 1571, 1573, 1574, 1575, 1578, 1579, 1580, 1586, 1592, 1596 y 1599.
Normalmente los autos eran anuales, (2) a celebrar antes o después de la Cuaresma, aunque no siempre. Un auto costaba mucho dinero (en 112.500 maravedíes se calculó el valor de cada uno en Sevilla hacia 1600) y el Tribunal siempre anduvo flaco de fondos, pues se nutría de multas y confiscaciones. No obstante, un inquisidor podía cobrar de salario ordinario 100.000 maravedises anuales, más, entre otras gabelas, 50.000 de ayuda de costas. El médico percibía 50.000 maravedises de salario. A estos había que añadir las retribuciones de los pintores de corozas y efigies, el verdugo, ...
CASA DEL SANTO OFICIO, O TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN  EN ALCANTARILLA , (MURCIA)
Lo que hizo la iglesia católica con su santa inquisición es solo comparable al holocausto alemán el cual esta prohibido y castigado con todas las consecuencias........... Pues no, por lo menos en este país católico se guardan sus recuerdos como algo, nada vergonzante, y por lo visto, mucho por enorgullecerse..........Amen.    sisco

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