sábado, 25 de noviembre de 2017

"El independentismo en Puerto Rico ha sido perseguido y criminalizado por EE. UU."

Publicado: 23 nov 2017 18:36 GMT

"EE.UU. va a tratar de destruir cualquier medio que busque informar y educar a cualquier pueblo", así comenta Oscar López Rivera, independentista puertorriqueño, el escándalo con RT America. ¿Quién decidió que el mayor problema de EE.UU. era el exceso de democracia? ¿Sigue vigente la idea del independentismo en Puerto Rico? ¿Cuáles son las consecuencias de su ocupación militar, por ejemplo las del programa de la esterilización de las mujeres puertorriqueñas? Véalo en 'Entrevista', de RT.
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Oscar López Rivera ha sufrido un encarcelamiento de 35 años de duración. Por eso nuestra entrevista comienza con una sincera pregunta sobre su estado de salud. Este firme defensor de la independencia de Puerto Rico nos responde que se encuentra muy bien, aunque reconoce que "parte de la meta de los carceleros es deshumanizar al preso, ponerlo en situaciones donde su salud quede constantemente en peligro y quitarle su fuerza de voluntad".
A pesar de ello, nos confía que puede afirmar con seguridad que salió de la prisión "con el espíritu, con la dignidad y con el honor incólumes", y nos ofrece una sencilla explicación al respecto: "Cuando uno está cumpliendo un deber ciudadano y cree que está sirviendo a una causa justa y noble… eso le da fuerzas".

El imperio del miedo

Durante la entrevista, López Rivera relata que EE.UU. llegó a Puerto Rico en 1898 y llevó a cabo una ocupación militar con la que impuso "una elite de puertorriqueños que iban a servirles y a ayudar a administrar la colonia. Durante 119 años, ha sido esa élite la que ha cultivado el miedo, con las directrices del Gobierno estadounidense".
Nuestro invitado denuncia a continuación el "sistema de padrinazgo" que se ha establecido en Puerto Rico como forma de someter políticamente la voluntad de los ciudadanos, forzando lealtades a cambio de la posibilidad de conseguir empleos o medios de subsistencia. "No es solo el miedo a perder un trabajo o a perder la familia… es también el miedo a perder la libertad", añade.
En ese sentido, quiso señalar también que "el independentismo en Puerto Rico ha sido perseguido, ha sido criminalizado desde el momento en que EE.UU. entró", y denunció que, históricamente, "Puerto Rico ha sido un conejillo de indias para todas las cosas malas que EE.UU. se inventa".
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"Exceso de democracia"

López Rivera nos recuerda que "fue en 1971 cuando un grupo de grandes millonarios como David Rockefeller se reunieron y decidieron que el problema fundamental, el problema más grande de los EE.UU., era que había un exceso de democracia. De esa idea nacen los 'think tanks', las privatizaciones, la globalización, y la desregulación de la industria bancaria. Y nace también la idea de que las universidades tienen que ser más controladas". En esa misma línea, añade que "el neoliberalismo es un subproducto de todas estas ideas".
Y como ejemplo cercano y obvio, señala que "en Puerto Rico todo está privatizado, nuestra nación está completamente privatizada".

Los medios de comunicación en EE.UU.

López Rivera está convencido de que, en EE.UU., "los medios de comunicación jamás van a fomentar una información que vaya en beneficio de la educación del pueblo, o que sirva para concientizar al pueblo y ayudarle a tener una buena apreciación de su realidad. Eso no va a pasar".
Como despedida de la entrevista, nuestro invitado expresa su deseo de que RT "pueda sobrevivir a cualquier ataque y a cualquier intento de destrucción, porque se necesitan medios de comunicación que lleven mensajes al mundo entero", y destaca que "no tienen que ser mensajes ideológicos, sino mensajes de verdad que sirvan para educar a los pueblos".

martes, 21 de noviembre de 2017


El 'crimen' de no hablar español tiene a más de 8.000 indígenas mexicanos en la cárcel

Publicado: 15 nov 2017 21:10 GMT | Última actualización: 16 nov 2017 10:04 GMT
El 'crimen' de no hablar español tiene a más de 8.000 indígenas mexicanos en la cárcel
Una familia de indígenas tarahumara en Guachochi, México, el 30 de noviembre de 2011. / Jose Luis Gonzalez / Reuters
Firmar la hoja en blanco y admitir la culpa porque no queda de otra, porque no hablas español, porque eres indígena.
Hasta noviembre de 2015, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México estimaba que unos 8.500 indígenas permanecían recluidos en los centros penitenciarios del país. De esa cifra, apenas el 15% supo de qué se le acusaba, porque solo ese porcentaje tuvo acceso a un traductor.
Mujeres de una comunidad indígena participan en una marcha en Ciudad de México. / Henry Romero / Reuters
René Ramírez, directivo de la Organización de Traductores Intérpretes, Interculturales y Gestores en Lenguas Indigenas (Otigli), dice que en la actualidad el número es más alto, "de unos 10.000". Solo en el Distrito Federal, la cifra aproximada es de 2.000 reos. ¿Cuál es la mayor dificultad para contabilizarlos? Que la mayoría no admite su procedencia étnica "por el asunto de la discriminación" durante el proceso judicial y hasta dentro de los recintos penitenciarios. En ese silencio, empieza el túnel hacia la falta de garantías procesales.

La voz del otro

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más de 24,4 millones de personas en México se identifican como indígenas, lo que representa un 21,5% de la población. De ese grupo, unos 7,3 millones no hablan español.
En algunos municipios, especialmente en Oaxaca, la población habla mayoritariamente sus lenguas originarias y el español es un idioma ajeno. Esa realidad ha permitido la preservación de su acervo cultural pero, al mismo tiempo, se ha convertido en uno de los escollos más difíciles de superar en la preservación de sus derechos procesales. 
Aunque la Constitución Política de México reconoce el derecho a los indígenas a contar con acceso pleno a la jurisdicción del Estado, la realidad tiene varias leguas de rezago: "En el interior del país vemos cómo alrededor del 80% de los acusados por algún delito no tiene la asistencia de un traductor. Se les condena sin enterarse de qué se les acusa o no pueden defenderse porque no hablan español, no hay quien les ayude", explica Ramírez.
En mayo de este año, un grupo parlamentario encabezado por el diputado Jorge Álvarez presentó ante el Senado una iniciativa para la elaboración de un decreto de Ley de Amnistía que beneficiara a indígenas que, durante un proceso penal, no se les hubiese garantizado el acceso en la jurisdicción en su lengua. En la exposición de motivos del proyecto se referían casos de privaciones de libertad a hombres "porque mataron iguanas en un intento de llevar comida a su casa" o porque recolectaron peyote para consumo personal, "o ancianas presas, a quienes engañaron para entregar paquetes con droga". Hasta ahora, no se ha decidido al respecto.

Centro y periferia

Datos recogidos en abril de este año por Animal Político refieren que de toda la población penal indígena recluida en México, unos 8.000 están aún a la espera de una sentencia: es decir, pagan prisión sin condena firme. La mayoría no sabe por qué está allí.
Soldados del Ejército mexicano en el estado mexicano de Guerrero. / Emiliano Torres / Reuters
En ese contexto, hace 17 años, nació Otigli. La organización, de indígenas para indígenas, fue fundada el 10 de noviembre de 2001 con el propósito de asistir a los acusados que no hablan español. Comenzaron a ofrecer el servicio de traductores de náhualt y mazateco, pero ya cuentan con intérpretes para 50 de las 68 lenguas oficiales.
Pero más allá de los esfuerzos que hacen las asociaciones civiles sin fines de lucro, el problema se agrava por el escaso número de defensores que sepan comunicarse en las lenguas nativas de los procesados. Ramírez asegura que en la capital la situación es menos crítica desde 1997, cuando comenzó "el proceso de sensibilización" sobre los derechos lingüísticos de las étnias, pero no es en Ciudad de México, donde hay mayor concentración de indígenas.
Al sur del país, especialmente en Oaxaca y Yucatán, hay más de 300 municipios donde más del 40% de su población es indígena. Un informe de la CNDH advierte que son esas las comunidades más vulnerables en el ámbito judicial, no sólo por el desconocimiento de los derechos que les asisten y su condición monolingüe, sino por "la escasa visita familiar que reciben" porque están recluidos lejos, por falta de dinero de los suyos, por la precaria atención médica dentro de los recintos penitenciarios y, claro, por la discriminación.
Un hombre intenta crear una barricada contra el ingreso de vehículos militares en la zona. / Emiliano Torres / Reuters
Organizaciones como Otigli han empezado a trabajar junto a la Procuraduría a través de convenios para disminuir la situación de vulnerabilidad, pero la atención es insuficiente porque se circunscribe casi siempre a la capital y no logra abarcar la periferia. Eso sin contar que en México, por cada 600.000 habitantes indígenas, hay solo un defensor público federal. 

Reencuentro cultural

Cuando en Otigli empezaron a reclutar traductores, exigían que contaran con un título universitario. "Pero la realidad de nuestro país no daba para eso, teníamos muchas demandas y pocas personas", narra Ramírez. Por eso, el requisito mínimo para ellos es tener la secundaria terminada.
Una vez admitidos el grupo, se les ofrece una capacitación mínima sobre lenguaje jurídico que les permitan ser instrumentos de comunicación. La experiencia también ha servido, al menos en Ciudad de México, para que cientos de hablantes de lenguas nativas se vuelvan a conectar con su palabra primigenia, con la forma de ver el mundo que recuerdan de la infancia y que habían dejado de usar en la capital.
Portada de uno de los libros editados por Otigli. / Alantl Molina
"Yo pienso que esto nos ha ayudado a subir nuestra autoestima cultural, nos recuerda la utilidad de la lengua que aprendimos y es bonito cuando es para ayudar a otros. Aquí hay traductores que tenían 40 años sin hablar su idioma nativo porque se habían mudado a Ciudad de México, pero ahora reivindican su identidad, se empiezan a buscar como comunidad y alimentan un 'yo' colectivo. Esa es una gran recompensa".
El propio Ramírez es traductor del idioma otomí, también conocido como ñuhu, que tiene una familia de variantes dialectales en todo el país y es el séptimo más hablado en México después del náhuatl, el maya yucateco, el zapoteco, el mixteco, el tzotzil y el tseltal: "Yo le hago de gestor de mi comunidad y trato de estar más activo con ella, de mantener un vínculo más cercano y permanente con mi pueblo, de fortalecer mis valores".

Lengua viva

Pero el carozo del problema, más allá de las dificultades jurídicas, es educativo y social. La falta de herramientas para que las comunidades indígenas puedan tener una vida con plenas garantías de derecho pasa por la posibilidad de comunicarse en su lengua nativa sin ser objeto de discriminación.
La directora de Investigación y Evaluación de la coordinación general de educación intercultural y bilingüe de la Secretaría de Educación Pública, Bety González, resalta que los esfuerzos existen.
"Nos enfocamos en tres sentidos, todos necesarios: desarrollo de marcos jurídicos de protección y derechos lingüísticos, desarrollo de políticas lingüísticas asociados a esos marcos jurídicos, y propuestas de preservación". En ese último punto resalta el proyecto denominado 'Nido de lenguas'.
Acto de disculpa formal de la Fiscal General a tres mujeres indígenas injustamente encarceladas. / Carlos Jasso / Reuters
Ese programa consiste, básicamente, en promover que los hablantes de una lengua en peligro de desaparición "sean los maestros de los niños y les entreguen su lengua". Los resultados han sido buenos pero insuficientes, a juicio de Ramírez, quien considera que el enfoque debe ser múltiple porque "hasta los medios de comunicación están generando el debilitamiento de la identidad cultural indígena".
"Creemos que hay que visibilizar el problema en todos los espacios porque los indígenas hemos sido relegados en todas las políticas públicas: salud, educación, procuración de justicia". Los números, al menos, le dan la razón.
En el país, el 23,2% de la población que habla alguna lengua indígena es analfabeta; 7 de cada 10 viven en condición de pobreza, lo que a su vez limita su acceso a la salud y a una vivienda digna con servicios básicos. Esas desigualdades, aunadas a la falta de garantías procesales y jurídicas, mantienen a las comunidades ancestrales al margen de una exclusión que es aún más violenta cuando limita su derecho a ser entendido en la lengua que aprendió.
El poeta náhuatl Joel Martínez Hernández se refiere a los hombres que no hablan lenguas indígenas como "coyotes" que intentan exterminar del legado de los pueblos originarios: "dicen que los macehuales desapareceremos / que los macehuales nos extinguiremos / que nuestro idioma no se escuchará más / nuestro idioma no se usará más. / Los coyotes con eso internamente se alegran / los coyotes esto es lo que buscan (....) el coyote desea convertirnos en asalariados / por esto desea que abandonemos / nuestras tierras comunales / nuestras ocupaciones de gente de pueblo / nuestro propio idioma".
González, parafraseando al historiador Miguel León Portilla, dice al respecto: "si muere una lengua, desaparece o muere una forma de ver y hacer la vida. Y esa es una pérdida muy grande porque en ella está contenida la cultura. En el español, por ejemplo, la palabra 'huérfano' se usa para un hijo que perdió a un padre, pero en nuestro idioma no hay una palabra que nombre a un padre que perdió a su hijo porque es una cosa muy dolorosa. Cada cultura nombra o no un fenómenos según su manera de entenderlo".
En México, cada vocablo nativo que se profiere es un acto de resistencia. Los pueblos originarios saben que la lengua materna se defiende hablándola y al mismo tiempo, ella sabrá nombrar su mundo para defenderlos del otro. Por eso, más 10.000 indígenas aún esperan, tras las rejas, alguien que las traduzca.
Nazareth Balbás

jueves, 16 de noviembre de 2017

¿Por qué es el Perú el país con más conflictos mineros en América Latina?

Publicado: 14 nov 2017 13:11 GMT | Última actualización: 14 nov 2017 15:32 GMT

Perú presenta la mayor cantidad de conflictos mineros de toda América Latina. Desplazamientos, impacto ambiental y trabajo informal son algunos de los estragos más fuertes que ha generado el sector minero en Perú, y a pesar de que estas zonas reciben las mayores inversiones, su gente continúa sumida en la pobreza. Luis Castro reúne a los mejores expertos para poner las 'Cartas sobre la mesa' a la minería en esta región.
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¿Por qué es el Perú el país con más conflictos mineros actualmente en América Latina? A juicio de José Luis López Follegatti, abogado y coordinador general de Grupo de Diálogo, Minería y Desarrollo Sostenible de Perú, es porque el país andino muestra "más dinamismo minero". En este sentido, recalca que hay todo tipo de conflictos: solucionados y no, los que se han vuelto violentos y los que se han convertido en mesas de diálogo.
Además, continúa el desarrollo de la actividad minera en el Perú. "En los últimos diez años ha crecido considerablemente el mapa de desarrollo de este sector" en ese país latinoamericano y "sería raro que no existan reacciones o reclamos" ante este crecimiento, ha opinado Miguel Lévano, oficial del programa de derechos territoriales e industrias extractivas para Oxfam Perú.
En cuanto a las características de los conflictos, el 70% de ellos son socioambientales, ha estimado Rómulo Mucho, ex viceministro peruano de Energía y Minas. También ha añadido que la existencia de una discusión debe de considerarse como algo positivo. "Siempre digo: hay que convertir un conflicto en una oportunidad", ha afirmado Mucho.
"La gente quiere que resuelva los problemas la empresa", mientras que "uno de los males del Perú es que el Estado casi nunca está presente en la comunidad", ha apuntado el ex viceministro de Energía y Minas. "Entonces tenemos un problema de descentralización", ha concluido.

Las causas principales de los conflictos en el sector minero del Perú

Según Lévano, las causas principales de los conflictos con los mineros en Perú son las afectaciones ambientales y la falta de verificación de las mismas por parte de las autoridades; el temor de la población local a la afectación a su salud, sus tierras, el ganado y el medioambiente; y el incumplimiento de compromisos por el Estado o las empresas.
Otro desafío para el sector es la minería informal, si bien esta también tiene un lado positivo, dado que "mueve la microeconomía" porque sus representantes llevan a cabo actividades de compra y venta y dan trabajo a cientos de miles de personas, ha estimado el ex viceministro Mucho. Además, hay que tener en cuenta que hay varios tipos de empresas mineras en el país andino, estatales y artesanales, y entre estas últimas puede haber "aspectos informales", ha destacado José Follegatti.
"Es normal que existan conflictos", y si vienen "grandes inversiones", van a venir "grandes conflictos" también. "Lo extraño sería que no hubiera conflictos", ha concluido

martes, 14 de noviembre de 2017

Jabra, el librero del Jdeydeh que mantuvo abierta su librería durante la guerra. (G. Garroum)

Más de 6 horas de viaje en coche y 18 controles gubernamentales -con sus correspondientes 18 'mordidas' en forma de efectivo o tabaco- es lo que separa físicamente las ciudades de Damasco y Alepo, donde tengo parte de mis raíces. No obstante, las distancias sobre el terreno son lo menos relevante de un viaje por una Siria muy diferente a la que recuerdo de mi última visita, en diciembre de 2010; es en el campo de las emociones y las sensaciones donde las distancias entre Alepo y Damasco, entre la Siria de 2010 y la de 2017, son aparentemente infinitas.
Llegamos a Damasco el 27 de octubre por la noche tras entrar en Siria por la frontera libanesa; el 28 por la mañana ya ponemos rumbo hacia Alepo. La actual ruta que une las dos ciudades pasa cerca de bolsas rebeldes en las afueras de Homs (la ciudad con más porcentaje de destrucción de todo el país) y se adentra hasta Khanasser, por donde transcurre la única ruta de suministros a Alepo que el Gobierno sirio consiguió mantener abierta durante casi toda la guerra. “Nadie conocía este pueblo, la guerra lo puso en el mapa y en las cabezas de los sirios”, comenta el conductor mientras pasamos por una carreta extremadamente estrecha rodeada de ruinas y esqueletos de coches, y por la que apenas se podía circular.

La entrada a Alepo es, simplemente, desoladora. El barrio de Al-Midan, cercano al aeropuerto de la ciudad y que contaba con un importante porcentaje de habitantes de origen armenio, está absolutamente destrozado. La primera estampa es, directamente, el primer estremecimiento: Alepo, la ciudad donde nació mi padre y donde está nuestra casa familiar, se parece muy poco a esa urbe vital, cosmopolita y con profundidad histórica que recordaba.
Barrio de Al-Midan, entrada a Alepo. (G. Garroum)
Barrio de Al-Midan, entrada a Alepo. (G. Garroum)
Antes de volver a casa, antaño un fabuloso patio árabe en el barrio del Jdeydeh de la ciudad vieja, prefiero pasear por barrios del Oeste de la ciudad que no han experimentado apenas destrucción durante la guerra. Caminar por el barrio del Azizieh y la zona cercana al río, donde se concentran actualmente gran parte de los cafés, bares y restaurantes de Alepo, evidencia la superposición de realidades que las guerras producen: jóvenes que llenan los bares mientras fuman y juegan a las cartas, edificios semivacíos, carteles propagandísticos o recordando a familiares muertos, ventanas con impactos de mortero, tiendas abarrotadas de gente comprando sin parar… En la Alepo que todavía mantiene su estructura material, su contenido se ha visto profundamente alterado. “En nuestro edificio, de 49 apartamentos, solo 5 siguen habitados”, comenta mi tío-abuelo Joseph, que a sus 95 años las ha visto de todos los colores en Siria.

Estado de los alrededores de la plaza Al-Hatab. (G. Garroum)
Estado de los alrededores de la plaza Al-Hatab. (G. Garroum)

El plato fuerte del viaje, que temía y ansiaba ver a partes iguales, es adentrarse en el Jdeydeh y la ciudad vieja de Alepo. En otras palabras, volver a calibrar 'mi Alepo' después de más de 6 años de guerra: nuestra casa, la plaza al-Hatab, la plaza Farhat, las iglesias de múltiples confesiones y mezquitas del barrio y, por supuesto, la ciudadela, el zoco y la mezquita Omeya. Por ofrecer una noción numérica: al finalizar la guerra más de 33.000 casas habían sido completamente destruidas y barrios de la ciudad vieja como el Jdeydeh, arrasados en más de un 70% de su extensión, según datos de Naciones Unidas de 2016.
El primer contacto con el Jdeydeh es absolutamente sobrecogedor. Camino con mis padres por Al-Telal, una calle contigua al Jdeydeh repleta de tiendas y vendedores ambulantes que gritan al más puro estilo alepino, cuando mi madre me advierte con un “gírate y mira a la derecha”. Lo que veo a continuación es difícil de olvidar: la entrada al Jdeydeh es un montón de ruinas. El contraste es tan brutal que puedes decir con exactitud en qué punto se encontraba el frente, pues un trozo de la calle está intacto mientras el otro ha desaparecido.
La destrucción de la plaza al-Hatab, antaño una de las más distinguidas y visitadas de Alepo, es tal que mi cuerpo la procesa mucho antes que mi cabeza. Puede parecer extraño, pero primero asimilo el impacto de la completa destrucción material de un lugar familiar y querido somáticamente: se me eriza la piel, lloro y me mareo. Solo después de esta respuesta somática puedo interpretar lo que veo y siento de un modo que podríamos definir como racional, fundiendo emociones, interpretación y análisis en un solo plano. Caminar por la calle que lleva hasta nuestra casa es pasar a través de agujeros, balcones convertidos en posiciones para francotiradores, cajas fuertes abiertas, barriles quemados, pintadas y mucha, mucha piedra en el suelo. La banda sonora que rompe el silencio que nos rodea es la discusión para intentar ubicar el lugar exacto de tal tienda o tal restaurante; una banda sonora inútil, frustrante y muy dolorosa.
Nuestra casa está en condiciones privilegiadas si la comparo con las casas de los vecinos, en las que me adentro para comprobar su estado actual. Durante los años más cruentos de la guerra en Alepo, nuestra casa fue ocupada por milicias, saqueada, quemada parcialmente, su estructura dañada por el impacto de dos proyectiles de mortero… Sin embargo, un familiar la ha estado limpiando durante este último año, por lo que su aspecto es más que esperanzador.

Nuestra casa familiar, en el barrio del Jdeydeh. (G. Garroum)
Nuestra casa familiar, en el barrio del Jdeydeh. (G. Garroum)

Otra cosa es, de nuevo, el contenido más allá de la estructura: ver la casa vacía, fotos de tus padres quemadas o pintadas e impactos de mortero, provoca una sensación de violación personal y colectiva especialmente potente. La puerta de hierro original ha sido recuperada por un familiar, después de que fuera saqueada y vendida a un anticuario cercano por 15 miserables dólares, un indicativo de la tremenda desesperación en la Alepo contemporánea.
La zona cercana a la ciudadela de Alepo está también en una situación de destrucción y vacío casi absoluta. Un #Believe in Aleppo preside la entrada a la ciudadela, todavía cerrada al público en general; genera una sensación muy perturbadora que oscila entre la propaganda poco convincente y esperanza colectiva mal articulada. De hecho, los alrededores de la ciudadela están repletos de carteles con mensajes que amplían mi sensación de perturbación: el que lleva escrito “Alepo: un trozo de cielo” se encuentra compartiendo espacio con pura destrucción y pintadas en ruso informando de que el lugar está “libre de minas”.
La mejor manera de superar las imágenes que te deja Alepo es hablar con su gente. Más allá de creer o no en carteles y hashtags, mi opción es la de buscar historias concretas que me permitan reconciliarme con la ciudad. Los colores del “caleidoscopio de piedra”, mi forma particular de caracterizar la ciudad de Alepo, ya no te aparecen mientras paseas por sus callejones: tienes que buscarlos con ahínco. La historia de Jabra, librero del Jdeydeh, cuya tienda mantuvo abierta durante toda la guerra, es la pura materialización de la esperanza. O la de esas dos niñas, una cristiana y otra musulmana, que van al colegio juntas de la mano. O, en un plano más personal, el reencuentro con mis tíos y primos que permanecieron en la ciudad durante todos estos años sin apenas poderse mover más allá de dos calles contiguas a su casa. “En 2013 solo comíamos de manera regular perejil y rábano. No había nada más”, es la forma que elige mi primo de describir la guerra. Cocinar abundantemente con mi tía es la manera de contestar al dolor de todos estos años.

Jabra, el librero del Jdeydeh que mantuvo abierta su librería durante la guerra. (G. Garroum)
Jabra, el librero del Jdeydeh que mantuvo abierta su librería durante la guerra. (G. Garroum)

Al volver a Damasco, el contraste no puede ser más brutal. Las paredes calcinadas y tiendas que son solo agujeros del zoco de Alepo (el zoco cubierto más antiguo del mundo) contrastan con el bullicio del zoco damasquino de Al-Hamidiyeh; la mezquita Omeya de Alepo, la ciudad de los minaretes caídos, es humillada por la magnificencia de su hermana mayor en Damasco. A pesar de la aparente normalidad de Damasco, la guerra ha alterado su morfología y sus ritmos de vida. La ciudad de la rosa y el jazmín es hoy día una burbuja alienada de su periferia, protegida por multitud de 'check-points' del Gobierno, bolardos, milicias y multitud de artefactos para regular el tráfico y circulación de personas.

Comparativa entre la mezquita Omeya de Damasco y la de Alepo.
Comparativa entre la mezquita Omeya de Damasco y la de Alepo.

No hay mejor espacio para constatar la realidad polifacética de la guerra en el entorno urbano que Bab Touma, antaño destino predilecto de los turistas y extranjeros que venían a estudiar árabe y descubrir Siria. Este barrio de mayoría cristiana en el corazón de la ciudad vieja de Damasco es una fortificación de aparente cotidianidad cuyos parámetros se han visto totalmente alterados por los habituales impactos de mortero y coches bomba. En las tascas ya no se escucha inglés, sino los lamentos de los jóvenes de Damasco que beben para olvidar amores perdidos. Si los comerciantes de cajas artesanales y mosaicos logran vender uno al día se van a casa contentos y realizados.
El hecho de tomar un te en el fabuloso 'Café Saint Paul', al lado de la capilla de San Ananías, sucede a escasos 15 minutos andando de Jobar, suburbio de la ciudad que hasta el momento está controlado por milicias rebeldes y es bombardeado sistemáticamente. Visitar el precioso patio de la familia Nassan se solapa con el estruendo de los bombardeos en Jobar. La guerra en Damasco se presenta difusa, con múltiples registros, pero con toda su ubicuidad.
Nuestra última parada digna de una mención es Maaloula, pequeño pueblo cristiano a unos 50 kilómetros al norte de Damasco cuya población todavía mantiene en uso el arameo. Maaloula fue atacada y ocupada por Al Qaeda en Siria en 2013 y no fue recuperada por el gobierno hasta abril de 2014 con la ayuda de la milicia chií libanesa Hizbulah. El estado actual del hotel Safir, que sirvió de base para los yihadistas durante su ofensiva sobre el pueblo es escalofriante. Las iglesias de San Sarkis y Santa Tecla fueron saqueadas y parcialmente quemadas o destruidas.
Verse obligado a reinterpretar la realidad de uno de los lugares más importantes de la Siria plural y con profundidad cultural e histórica como es Maaloula es profundamente doloroso. Su comunidad se encuentra en un estado de absoluta fragilidad y los antiguos residentes están volviendo en cuentagotas. “Nos escapamos a Damasco, nos salvamos de milagro. Al Qaeda nos disparaba desde la montaña sin piedad”, recordaba una familia en la plaza principal del pueblo. La desaparición de las comunidades cristianas de Siria es una tragedia religiosa para muchos; sin duda, supone una tragedia socio-política para todos. Lo relevante, pues, no es la religión, sino el ecosistema cultural y social que la pluralidad religiosa permite en el espacio público. ¿Cómo rearticular Siria cuando Maaloula está destruida y gran parte de los cristianos de Alepo viven en Montreal?

Hotel Safir de Maaloula. (G. Garroum)
Hotel Safir de Maaloula. (G. Garroum)


Volver a Siria, y en especial a Alepo, en una situación que intercala guerra y paz me empuja a reivindicar la importancia y transcendencia política de las historias personales y de las micro dinámicas. Más allá de macro relatos sobre frentes de guerra y pugnas entre poderes regionales, reivindico la profundidad política de historias de pasado, presente y futuro, memoria y acción cotidiana como método de resistencia a la violencia y rearticulación socio-política. Es imperativo a mi entender repoblar los espacios de conflicto, conocer sus texturas y las emociones que los rodean, porque lejos de ser menos importantes, las emociones son una parte clave del juego político. Y si la guerra te golpea de manera directa y personal, las emociones son el motor para entender, transformar e imaginar respuestas a la pregunta más importante de todas: ¿Cómo volver a unir los pedazos del caleidoscopio sirio?

lunes, 13 de noviembre de 2017

"¡Pareces una nevera!": Las 5 claves de la televisión machista en América Latina

Publicado: 10 nov 2017 15:57 GMT

No importan los avances: pocos o muchos. Aún hoy, hay territorios que se resisten a (des)cosificar a la mujer y la televisión, en esa carrera hacia atrás, lleva la delantera.
"¡Pareces una nevera!": Las 5 claves de la televisión machista en América Latina
Un grupo de jóvenes pintándose los labios de azul
Gleb Garanich
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Cuando J. tuvo a su segundo hijo engordó 15 kilos y no pudo quitárselos inmediatamente. Fue entonces cuando dejó de ser la estrella del canal.
"Comenzaron las quejas, no había nada para mí. Al principio me decían de manera solapada que debía rebajar, pero ya después comenzaron los comentarios tipo: 'se te ve la cara como un globo', 'pareces una nevera de dos puertas', 'estás como un camión'".

J. es periodista, madre de dos hijos y es venezolana. Sí, de Venezuela, el país "de las mujeres bellas", como reza la frase del canal que posee los derechos del concurso de misses más popular del país, una coincidencia "cultural" que le recuerda a diario cómo el machismo se empeña en cosificar a las féminas detrás de la pantalla. ¿Es así en el resto de Latinoamérica?

1. "¡Estás demasiado gorda!"

En Latinoamérica se nos ha dicho hasta el cansancio que el fenotipo es más o menos el mismo: mujeres con caderas anchas y piel tostada, que demuestran la herencia mestiza desde tiempos de la Colonia por la mezcla de blancos, indígenas y negros.
Pero en la televisión, ese dato "histórico" tiene muy poca incidencia: lo usual es ver a las féminas delgadas que conservan los rasgos más europeos de su tipo. Blancas, esbeltas y dignas exponentes de eso que llaman el "canon" de belleza predominante. Europeo, claro.

"Mi jefe me decía 'ay, pareces un camión' porque yo no me abrochaba el saco en una cobertura televisiva, pero a él, que también tenía un programa y estaba tan pasado de peso que se le prensaban los botones de la camisa, nadie le decía nada. Para los hombres no es censurable tener unos kilos extra", dice J.
Pero esa diferencia no es gratuita. Hay estudios como el de la Fundación Internacional de Medios de Comunicación para Mujeres (IWMF, por sus siglas en inglés) que pueden dar algunas pistas: el 73% de los puestos directivos en los medios en el mundo están en manos de los hombres. Quien está al frente pone las reglas y en eso los "machos" llevan mucha ventaja.

2. "¡Lo que no se muestra, no se vende!"

Que la televisión es un negocio, que hay que darle al público lo que pide, que así son las cosas y que no van a cambiar. Esa letanía está tan arraigada en la región que, a pesar de los avances en cuestiones de género, no dejan de existir los programas donde la mujer debe exhibirse como un objeto destinado a satisfacer las apetencias del hombre. 

El panorama es aún más turbio cuando se trata de la publicidad. La mujer es mostrada en sus "roles" asignados desde la mirada masculina: hembra, fémina sumisa o dama "ejemplar". El mismo estudio de la IWMF corrobora que ese enfoque persiste hasta en las noticias, porque el 46% de la información divulgada por los medios refuerza los estereotipos de género frente a un ínfimo 6% que los combate.
Así, los cuerpos de las mujeres se convierten en una "cosa", en un "objeto para admirar" que debe mostrarse siempre disponible y adaptado al "gusto" impuesto culturalmente. Un trabajo realizado este año por la socióloga Violeta Barrientos Silva en Perú, luego de analizar los programas difundidos en señal abierta en ese país, determinó que por lo general se le exige a las féminas adoptar un modelo que consiste en tener "cabello lacio y largo", como "exigencia social" incluso para las mestizas de pelo rizado, porque se asume que las ondas en la melena no son representativas "de la modernidad identificada con Europa o EE.UU.". La contratación de ellas también depende en buena parte de su capacidad para mimetizarse y cumplir con esos "requisitos".
J. sabe de qué se trata. Cuando llegó al canal en el que todavía trabaja, su primer shock fue en maquillaje: "Me trataban de 'blanquear' con bases más claras que mi tono de piel y siempre me ponían dos líneas paralelas muy marcadas en el tabique de la nariz para estilizarla, para que no fuera 'tan de negra".

3. Belleza 'aspiracional'

El drama de la belleza comúnmente expuesta en televisión es que casi nunca corresponde a la imagen mayoritaria de las mujeres en sus países. Una investigación realizada en 2014 por la Universidad Diego Portales, en Chile, reveló que la extrema delgadez era un denominador común en 89% la publicidad, un dato que no es menor si se tiene en cuenta que el 69% de las chilenas está con sobrepeso.
Lo mismo pasa con los grupos sociales. En la publicidad, el "99% de los spots" corresponden a mujeres de clases sociales altas en un país como Chile donde apenas el 22% de la población pertenece a ese estrato. Las féminas de las clases más bajas desaparecen del panorama y conviven con la idea de "llegar a ser" como la chica del comercial.
En eso, los hombres tienen mucho que ver, porque son quienes toman las decisiones 'creativas' en la industria de la publicidad. Por eso no sorprende que en las cuñas las mujeres aparezcan el 46% de las veces dentro de un set de grabación y el 29% al interior de una casa, mientras que el sexo opuesto aparece casi siempre en espacios públicos. Ellas, excesivamente prolijas; ellos, más descuidados y hasta con mayor peso porque saben que no serán juzgados por su físico. 

Mujer es maquillada para ejercer su trabajo / David Mdzinarishvili
El estudio concluye que en Chile —una realidad que no dista demasiado en el resto de América Latina— el mensaje implícito o expreso para la mujer en la publicidad es "sé otra" (69%), mientras que para el hombre es "sé tú mismo" (63%). 

4. ¿Parte de la cultura?

¿Podría creerse que un país de mayoría mestiza, con el primer lugar mundial de obesidad en adultos y una de las tasas más altas de violencia de género, las mujeres que aparecen mayormente en la televisión sean rubias, delgadas y reducidas al estatus de 'objeto sexual'? 
Ocurre, evidentemente, en México. Uno de los casos más emblemáticos es el de las chicas que dan el pronóstico del clima en los noticieros: son voluptuosas, súper producidas y es frecuentes verlas en la pantalla con vestuarios adheridos al cuerpo que acentúan sus labrados durante horas de gimnasio.
"Es parte de la cultura en México y no puedes ir en contra de la corriente", fue el argumento presentado por Mauro Morales, de la sección metereológica de Televisa Monterrey al ser entrevistado por El País sobre el aspecto de las presentadoras. ¿Y los hombres aparecen? Sí, pero sólo cuando ocurren fenómenos metereológicos graves y la noticia requiere "seriedad".
Lo que no se admite es que esa "cultura" se ha afirmado por la influencia de los medios: en México, la industria televisiva aúpa la presencia de mujeres como "ornato" en los noticieros, como protagonistas sufridas y sumisas en las telenovelas o como estrategia para subir el 'rating' siempre que sea mostrando los atributos físicos de las féminas. 
El drama se acentúa cuando las mujeres consideradas 'bellas' intentan hacer su carrera profesional en esos mismos medios. La audiencia misma, especialmente por las redes sociales, las descalifica por hacer trabajos que supuestamente "no les corresponden" o menosprecian de plano sus aptitudes por la apariencia que tienen. En México, por ejemplo, varias comentaristas deportivas protagonizaron la campaña 'Más allá de 140 caracteres' para denunciar este tipo de prácticas discriminatorias.

5. 'Mujer florero'

En Argentina el debate sobre la violencia de género ha empezado a ocupar las portadas de los diarios: la alta tasa de feminicidios, de agresiones sexuales y acosos contra las mujeres son parte del banquete truculento de las noticias rojas.
Lo paradójico es que poco a nada se hable de cómo se naturaliza el machismo en la televisión. Programas de 'humor' y variedades son el pan-nuestro-de-cada-día y allí las féminas son mostradas como débiles, ineficientes, sílfides despojadas de inteligencia o bellezas condenadas a ser aspirantes a conseguir al hombre proveedor.

Ese doble rasero condena por un lado la violencia y mientras la abona por otro, en un círculo cómodamente allanado por los hombres. Un artículo publicado por la licenciada en Cientas Políticas, Carolina Villanueva, destaca datos que demuestran que "en Argentina no existe ámbito alguno donde la mujer tenga el mismo peso que el varón": en las empresas, la participación laboral femenina se ha estancado en el 32% durante los últimos diez años; sólo el 8% de las compañías tienen a mujeres en puestos de dirección; ellas ganan un 25% menos del sueldo de un hombre por el mismo trabajo en el sector privado y sólo dirigen el 4% de las cámaras empresariales y el 3% de los sindicatos.
J. confirma que la historia se repite en Venezuela, a pesar de tener una de las legislaciones más avanzadas en materia de igualdad de género, y no es demasiado optimista en que eso cambie a corto plazo. Admite que se ha "resignado" a que la señalen por su apariencia física y cuenta que ya se acostumbró a quedar fuera de proyectos: "He visto mis ideas en pantalla con la cara de otro moderador o moderadora y es duro afrontarlo porque te sientes sola contra el mundo". 
Aunque la idea generalizada de que hay avances significativos en el tema de derechos de la mujer y una mayor conciencia crítica del público con respecto a la violencia machista, la televisión sigue siendo un 'huésped alienante' que, al menos en Latinoamérica, conserva las vetustas vestiduras del siglo XIX o, como escribe la periodista argentina Leila Guerriero, permite que el lado macho se anide en todas partes en un discurso ladino "que condena a los hombres que nos matan pero, a la vez, exige que sigamos ocupando el lugar sumiso y obsoleto de toda la vida".
Nazareth Balbás

sábado, 11 de noviembre de 2017

El país suramericano que tendrá mayor crecimiento este año no cree que haya sido por un "milagro"

Publicado: 11 nov 2017 00:32 GMT
Tras 11 años de la llegada de Evo Morales a la presidencia boliviana, una serie de acciones certeras y consecuentes han hecho que este país tenga el PIB de mayor crecimiento en la región.
El país suramericano que tendrá mayor crecimiento este año no cree que haya sido por un "milagro"
David Mercado / Reuters
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Las proyecciones que indican que Bolivia será el país suramericano con mayor crecimiento en 2017 han llevado algunos medios a hablar de un "milagro económico". Sin embargo, una mirada a sus políticas públicas demuestra que la nacionalización de los hidrocarburos y el pueblo boliviano tienen mucho que ver en el supuesto "prodigio".
Antes de la llegada de Evo Morales a la presidencia, en 2006, el país estaba sumido en la inestabilidad política. Una gran conflictividad social y la acción preponderante de las transnacionales delineaban la escena económica interna.
Este año, el Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia tendrá un crecimiento aproximado de 4,2 %, el más alto en toda la región suramericana, según las estimaciones del Banco Mundial (BM), de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Crecimiento de países de Suramerica durante 2017. / Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de Bolivia.
Este incremento no es sorpresivo ni exclusivo de 2017, pues si se observa un gráfico del comportamiento del PIB durante la década que ha gobernado Morales, se notará que, a pesar de  variaciones, la cifra porcentual se ha mantenido y mostrado incluso un alza sostenida.
Durante los últimos 12 años el promedio de crecimiento fue de 4,9 %. "Bajó a menos de 4 % solamente en el 2009, por la conspiración política y económica que enfrentó el gobierno ese año", analiza Gonzalo Gosalvez, docente de economía política en la Universidad Mayor de San Andrés, en Bolivia, consultado por R
Producto Interno Bruto de Bolivia de 2006 a 2016. / Instituto Nacional de Estadística de Bolivia.
Este año tampoco ha sido sencillo. El porcentaje alcanzado, explica Gosalvez, ocurre en el contexto de la crisis económica mundial, que estalló entre 2007 y 2008 y aún genera consecuencias.
Los países que tienen una economía basada en la exportación de materias primas, como Bolivia, fueron particularmente afectados, pues sus precios se redujeron, expone este economista con maestría en Evaluación Ambiental.
Al analizar las cifras, puede verse que, si bien el crecimiento ha disminuido con relación a 2014, "se mantiene en un nivel muy importante, sobrellevando tasas negativas de dos sectores importantes para la economía boliviana: los hidrocarburos y la minería", precisa.

La fortaleza económica

En medio de los embates de la crisis mundial y de presiones externas contra el gobierno de Morales, la economía boliviana ha sabido mantenerse en pie.
La "mirada hacia el mercado interno" y la "democratización del consumo" han permitido que el país suramericano afronte de una mejor manera el contexto económico internacional, en opinión de Sergio Martín-Carrillo, investigador y miembro del Consejo Ejecutivo del Centro Estratégico de Geopolítica, entrevistado por RT.
"No depender de la inversión privada" ha sido clave, en momentos en los que los "privados no estaban dispuestos a invertir en Bolivia".
El economista Gonsalvez agrega que las adversidades han sido compensadas por sectores como la agricultura, la construcción, la industria, el transporte, las comunicaciones, el comercio, las finanzas, la energía eléctrica, el gas y el agua.

¿Milagro?

Frente al supuesto "milagro" en la economía boliviana, ambos expertos rechazan tal explicación. Gonsalvez se refiere a la nacionalización de los hidrocarburos, decretada por Morales el 1° de mayo de 2006, como "una conquista obtenida mediante la movilización popular contra gobiernos neoliberales".
El presidente Evo Morales junto al vicepresidente Álvaro García, en La Paz, el 1 de mayo de 2006, durante la nacionalización de hidrocarburos. / David Mercado / Reuters
Desde 1995, los recursos del país andino habían estado en manos de 21 consorcios multinacionales que se llevaban la mayor parte de la ganancias, recoge 'Telesur'.
La nacionalización hizo que los ingresos del Estado aumentaran hasta multiplicar varias veces los de las transnacionales, añade Gonsalvez.
Por su parte, Martín-Carrillo manifiesta que "evidentemente no es un milagro", sino el resultado de la aplicación de "políticas económicas a favor de las grandes mayorías".
El Estado boliviano se posesionó de la mayor parte de las regalías por la explotación de estos recursos, que posteriormente, mediante la política redistributiva, han sido canalizados a todos los ciudadanos bolivianos, sostiene.
"El Estado pasó a ser un actor fundamental dentro del proceso de desarrollo económico", concluye.

La importancia del ahorro

Durante los años de contexto favorable, explica Martín-Carrillo, se llevó a cabo una política de ahorro que permitió contar con un colchón de recursos para afrontar la crisis mundial actual.
"Bolivia optó por una economía eficazmente precavida", recoge un escrito del economista español Alfredo Serrano, publicado en 'Telesur' en noviembre de 2016.
Desde su punto de vista, el país no se dejó "arrastrar por los vaivenes" de las materias primas y "supo construir su cinturón de seguridad sin necesidad de sacrificar derechos sociales".
Expone Serrano que no sólo se incrementó el ahorro público sino también el privado. "En total, contemplando todas las fuentes, Bolivia posee un ahorro de 48.000 millones de dólares", en cifras de 2016.
Los indicadores del Ministerio de Economía y Finanzas de ese país arrojan que hasta noviembre del año pasado el número de cuentas en el sistema financiero había subido 8 %.
El 88 % de ellas corresponde a cuentas de menos de 500 dólares, lo que significa que "quienes antes antes no tenían recursos, hoy pueden ahorrar", recoge El Deber.

Hitos de la economía

Al hacer referencia a las bases del modelo económico que ha propiciado el crecimiento, los especialistas entrevistados las han situado en los siguientes puntos:
  • Recuperación de los hidrocarburos.
  • Alto nivel de inversión productiva, liderada por el Estado y acompañada por el sector privado, nacional e internacional.
  • Políticas sociales de redistribución de la riqueza.
  • Democratización del consumo.
  • Estabilidad macroeconómica reforzada con estrategias de control de precios.
  • Políticas monetarias expansivas y bolivianización de la economía.
  • Inversión pública.

Reducción de la pobreza

"El pueblo boliviano nunca fue pobre ni se sintió pobre", afirma Gonsalvez, al explicar las causas de la disminución de la pobreza en ese país.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) recoge en su portal que la pobreza pasó de 59,6 % en 2005 a 38,6 % en 2015, mientras que en el mismo lapso la pobreza extrema  disminuyó de 36,7 % a 16,8 %.
Índices de pobreza de 2005 a 2015 en Bolivia. / Instituto Nacional de Estadística de Bolivia
Según el analista, esto se debe a la prioridad de las políticas sociales, que hacen hincapié en transferencias directas a la población más vulnerable (mujeres, niños, adultos mayores) mediante subvenciones del gobierno en servicios básicos.
A ello se suman incrementos salariales y políticas de infraestructura en vivienda, salud y educación, entre otras.
"La reducción de esos índices es sólo una consecuencia de un proyecto político histórico", manifiesta Gonsalvez.

¿El neoliberalismo fracasó en Bolivia?

En las fórmulas neoliberales, generalmente se deja atrás la inversión social, en beneficio de las cifras macroeconómicas. En contrapartida, la realidad boliviana pareciera ir por la otra acera.
Ambos expertos coinciden en que la formula neoliberal no sólo ha fracasado en el país andino, sino en el resto del mundo.
Escolares bolivianos durante un día de escuela. / Gaston Brito / Reuters
El modelo económico boliviano ha demostrado durante los últimos años que pueden alcanzarse unos "fantásticos resultados sociales y al mismo tiempo obtener los mejores resultados macroeconómicos en la región", afirma Martín-Carrillo.
La reducción de la desigualdad, explica el economista del Celag, es otra de los grandes logros del gobierno de Evo Morales. "Tomando el indicador del Índice de Gini, éste pasó de 0,60 % en 2005 a 0,47 % en 2015".

El pueblo y la economía

También el presidente Morales ha refutado la idea del "milagro económico" y destacado en cambio la importancia de la "unidad del pueblo" para alcanzar los objetivos.
Gonsalvez considera esta afirmación como fundamental para la "estabilidad económica".
Los trabajadores de la planta Termoeléctrica Subconstruida del Sur con el apoyo de SIEMENS en Yacuiba, Bolivia, 10 de agosto de 2017. / David Mercado / Reuters
"Esta certeza política del pueblo se expresa también en un modelo que va a contracorriente del modelo neoliberal", explica.
El economista considera que debe valorarse y destacarse la economía que surge del campo y de las organizaciones comunitarias en la ciudades.
"Este sector, que pareciera no influir mucho en las magnitudes y porcentajes del crecimiento económico, sostiene la materialidad de la economía desde la producción y reproducción de la vida", opina.
Para Gonsalvez, a pesar de las duras condiciones de vida, los sectores productivos populares son un "importante soporte ideológico, político y, subterráneamente, económico".
Nathali Gómez