lunes, 1 de agosto de 2011

¿ES POSIBLE EL SEPARATISMO EN CHIAPAS?



Separatismo en Chiapas: ¿una Idea Posible o Trasnochada
Por José Luis Castillejos Ambrocio
Este escrito de 1913, hecho por el senador chiapaneco Belisario Domínguez y rescatado de los archivos,  hoy cobra vigencia frente al planteamiento separatista que algunos habitantes de la región del Soconusco promueven desde hace décadas:
“A cualquiera que no conozca Chiapas le parece exagerado lo que se dice de sus riquezas, pero lo cierto es que todo mexicano o extranjero que después de haber visitado los países más ricos del mundo recorre Chiapas, exclama ingenuamente: este es un Estado hermosísimo, aquí existen todos los climas y todas las producciones del mundo, a esta tierra privilegiada le está reservado el más brillante porvenir y sin embargo de poseer tantos elementos de riqueza Chiapas es uno de los Estados más pobres y más desgraciados de la República, ¿por qué? porque en Chiapas no hay caminos, no hay escuelas, porque los gobernadores en vez de ocuparse del engrandecimiento y prosperidad de su Estado, se dejan cegar por la ambición y sólo se afanan en hacerse ricos a expensas del Estado. Esta ha sido la triste historia de Chiapas, esta es su historia actual”.
Y razón no le faltaba. Ayer como hoy faltan muchas cosas por hacer. Aunque los políticos admiten tibiamente que la pobreza extrema y la marginación se reflejan en la cara marchita de los indígenas zoques, tzotziles, tzetzales, mam, tojolobales, choles, lacandones, catchiqueles, y de los campesinos marginados, asentados en una de las principales riquezas tropicales de México, nada hacen por cambiar esa suerte, esa ruta del desprecio.                                                                      
Orondos, sin embargo, estos políticos quieren ser diputados, alcaldes o gobernadores. Han dejado de lado la atención social tanto en el centro, los altos como en el Soconusco, la pródiga tierra del cacao, que fuera codiciada para gobernarla por Miguel de Cervantes Saavedra, el llamado “Manco de Lepanto”, autor del “Quijote de la Mancha”, hoy apetecida por hordas de delincuentes.
¿De qué tamaño será la contradicción y la injusticia, que en una tierra exuberante, la mayoría de su población no puede acceder a la alimentación básica, no dispone de vivienda y sobrevive todavía en la oscuridad de la ignorancia? , preguntó en alguna ocasión Alejandro Cruz Gutiérrez quien fuera congresista de la República y se respondió:
A Chiapas el atraso la ha convertido en Chapas, como la llaman muchos funcionarios del centro, le quitan la i, la i de incluyente, la i de inmensa, la i que si tiene México, da la impresión que la quieren borrar del desarrollo nacional.
Durante los casi 186 años de su integración a la federación por voluntad propia y democrática Chiapas tuvo como respuesta el autismo de las políticas y los presupuestos federales, la expoliación de sus recursos naturales, la ingratitud ante sus aportaciones energéticas y la posición más baja entre los índices de desarrollo, recordó.
Las obras enormes que hicieron producir el petróleo, la fuerza eléctrica, producida limpiamente por la pureza del agua, es cierto que es dinero de todos los mexicanos, pero no arrancaron el desarrollo y es muy poco lo que deja a Chiapas en ingresos fiscales.
Las divisas obtenidas por la venta de café, maderas preciosas y las frutas tropicales, de acuerdo con un análisis de Cruz Gutiérrez, fueron a parar al extranjero y a cambio dejaron contaminación, destrucción, deterioro, atropellos, un campesinado indígena o no atrasado y una población con hondas divisiones sociales y abismales diferencia de progreso.
¿Cómo sorprendernos entonces de los alzamientos armados, de las protestas sociales? ¿No es admisible que una parte del territorio del estado de Chiapas, cuya población decidió voluntariamente federarse a México, sea tierra donde no gobierna el Estado Mexicano. La permanencia de los grupos miserables lo explica: la pésima distribución del ingreso, la explotación económica fundamenta tal realidad. Pero conocido el mal y sus verdaderas causas, ¿cuándo destruiremos las razones y dejaremos de entretenernos con los efectos?, se preguntó Alejandro Cruz.
La Revolución Mexicana –según una exposición legislativa de Humberto Mayans- efectivamente no significó un cambio de estructuras y un cambio social para Chiapas, ello se debió entre otros factores, al levantamiento armado de los finqueros mapaches como se les llamó contra el Gobierno de Venustiano Carranza y en defensa de los intereses de los terratenientes quienes triunfaron después de 7 años de encarnizadas batallas y luchas logrando el retraso de la Reforma Agraria y sumiendo a una intensa explotación a la mano de obra campesina e indígena.
Todavía en los años sesenta era común ver a los finqueros moverse por los caminos en una silla cargada por indios, para 1970, el 60% de la tierra estaba en manos del 3% de los terratenientes.
A casi un siglo de las palabras de Belisario Domínguez, en los “tiempos del cambio”, la situación no cambia y Chiapas soporta condiciones de atraso, de marginación, de injusticia y de pobreza que entonces. Hoy, dos terceras partes de la población vive en condiciones de pobreza extrema, los rezagos en materia de educación, salud, empleo, salarios dignos, viviendas y carreteras, han ubicado a Chiapas como uno de los estados con mayores niveles en los índices de marginación del país.
Una tercera parte de los 118 municipios del estado sufre una alta marginación y la cuarta parte de ellos, alta marginación y, sin embargo, Chiapas es un territorio de interés estratégico nacional dada la gran riqueza energética: petróleo e hidro-electricidad, que posee además de las importantes reservas de agua.
Si bien su territorio y subsuelo es rico en reservas naturales y energéticas, Chiapas tiene una población sumida en el atraso y la pobreza, causas fundamentales que llevaron al alzamiento armado indígena jefaturados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a principios de 1994 y cuyo líder principal, el subcomandante Marcos, ya fue desenmascarado como un supuesto beneficiario de los recursos financieros del grupo separatista ETA con lo cual compró armas, de acuerdo a versiones divulgadas en el diario Reforma.
Chiapas, desde hace varias décadas ha vivido un clima de inestabilidad social y política originada por sus políticas centralistas y la excesiva concentración de poder y de riqueza que impide un desarrollo armónico y consecuentemente la elevación de los niveles de vida de la mayoría de la población.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago dijo en alguna ocasión al referirse a Chiapas: “los indios mexicanos están dando al mundo una lección verdaderamente extraordinaria, con un estoicismo poco común en un tiempo como este, cercados, enfermos, hambrientos, luchando contra todo y contra todos, contra la indiferencia que es la peor de las enfermedades, ahí están íntegros y dignos”.
El diálogo como la única manera digna de resolver el conflicto, no ha logrado sin embargo lograr una justicia social y los derechos fundamentales de las comunidades indígenas de Chiapas han sido pateados hacia delante, postergadas y sin visos de solución inmediata.
Chiapas ha demandado una atención que le ha sido pospuesta pese a ser la única entidad que por voluntad popular se unió a la Federación y muy a pesar de la enorme riqueza que ha generado en beneficio del país. “Chiapas es tres veces mexicano: por la tierra, por la sangre y por su propia y soberana voluntad”, expresó alguna vez el fallecido ex gobernador, Juan Sabines Gutiérrez.
Pero los reclamos de los pueblos y las comunidades chiapanecas han tenido durante muchos años la indiferencia como respuesta. Ese sentimiento de olvido se ha acumulado en los chiapanecos que no han cesado en dar su fuerza y su sangre por el engrandecimiento de México.
Chiapas no quiere privilegios sino ser igual a los demás estados. A la par de compartir su riqueza disfrutar sus beneficios pero la solución a las carencias que padece está no solo en manos del Ejecutivo y del Congreso de la Unión.
Urg
e superar los abismos que han partido en dos Méxicos: el México del norte y el México del sur, el que todo lo produce y transforma muy poco y el otro, el que industrializa todo y produce casi nada. El México de la modernidad, o sea el norte, está muy distante en desarrollo al rezago que dolorosamente se vive en el sur.
Soconusco
¿Cómo construir un federalismo sin la contribución efectiva de los chiapanecos?, es la pregunta que se formulan en el Soconusco. Los irredentos habitantes de esa rica región, paradójicamente pobres, siguen esperando la respuesta.
El Soconusco al igual que todo Chiapas con su riqueza fantástica, es para la inmensa mayoría de los mexicanos una leyenda imprecisa. En esa zona poco funciona. Es la tierra, con claras excepciones, de una plebe de alcaldes ineptos, funcionarios corruptos, policías inmiscuidos en mañas y triquiñuelas, obras lentas y costosas.
Se ha hablado insistentemente de la mexicanización del Soconusco frente a la pretensión del Frente Pro Soberanía del Soconusco de declararlo libre de las ataduras del gobierno de Chiapas. Separatismo, se ha aclarado hasta el cansancio, no significa romper con el pacto Federal, sino buscar una mayor “mexicanización”, entendida esta como integración pero con “inclusión”, palabra que lleva dos veces la “i”, la que no pronuncian algunos políticos que sólo dicen “Chapas”.
El primer renglón de la economía: el café está por los suelos; precios bajos, mala asesoría técnica, falta de incentivos al agro y deficiente industrialización. En la región del Soconusco, el cultivo se inició por el año de 1846 y fue traído por un contrabandista italiano, Gerónimo Manchinelli. quien sembró en un lugar cercano a Tuxtla Chico, llamado la Chácara, mil 500 arbustos procedentes de Guatemala, del pueblo de San Pablo. A tantos años de distancia poco se ha hecho para mejorar ese cultivo y para superar el subdesarrollo regional.
El separatismo ¿Una idea posible o descabellada? O simplemente un sueño trasnochado de quienes abiertamente protestan contra el abandono.

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