martes, 21 de junio de 2011

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El discurso de la nueva extrema derecha

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Anna I. López

Con las elecciones municipales, la nueva derecha se ha hecho más visible en nuestros ayuntamientos. El 22-M ha sido el pistoletazo de salida de una carrera cuyo objetivo final es ganar escaños en el Parlamento Europeo o quizás en el nacional, tal como logró Blas Piñar en 1979 con Fuerza Nueva. Y lo han conseguido con un discurso alejado del franquismo, renovado y adaptado al actual contexto de crisis económica que padece la UE y articulado principalmente por Ernesto Milà, cabeza de lista por Alicante en las autonómicas del 22-M.
La extrema derecha española ha copiado el modelo europeo que ha dado la victoria con más de un 19% de los votos al partido de los Verdaderos Finlandeses, pero antes sus argumentos han sido utilizados por los franceses del Frente Nacional, la Liga del Norte en Italia, los belgas del Vlaams o el Partido de la Libertad en Austria. Actualmente, 19 países de la UE tienen en sus parlamentos partidos de extrema derecha. En nueve de ellos (Austria, Finlandia, Holanda, Dinamarca, Estonia, Lituania, Francia y Rumania) superan el 10% de representación e incluso los respectivos gobiernos conservadores dependen de los ultras en el Parlamento como sucede en Dinamarca y Holanda. 
Todos asumen parte del legado ideológico del nazismo y fascismo tradicionales, pero modernizan su discurso y sus estructuras organizativas, integrándose en el juego democrático. Ahora, sus líderes presentan a las formaciones como económicamente liberales, pero contrarias a la Unión Europea y a la mundialización. Su denominador común es la preferencia nacional y profesan la misma aversión hacia la sociedad multicultural limitando la inmigración o incluso invirtiendo los flujos migratorios expulsando a los residentes extranjeros no europeos. Sus argumentos más radicales han convertido a los inmigrantes en un chivo expiatorio que viene a quedarse con «nuestro trabajo» y empeora la calidad de «nuestros» servicios. Hablamos de neorracismo. Un giro de la pureza racial a la identidad cultural auténtica, de la desigualdad estrictamente biológica hacia las diferencias culturales o la transformación del bios y del desprecio de las razas inferiores hacia el rechazo del contacto con el otro, por simple hecho de ser diferente. 
Sus nuevos dirigentes, perfectamente contemporáneos y afables, calan también en los medios obreros y entre los jóvenes urbanos. Al mismo tiempo, saben hacer política y no sólo dar puñetazos, como se observa desde Suecia a Italia, desde Marine Le Pen hasta el politólogo y católico Timo Soini. Precisamente, José Luis Roberto y Ernesto Milà se conocieron en el año 2000 en una convención del Frente Nacional en París y allí comenzó una alianza para reconstruir a la extrema derecha en la Comunitat Valenciana. El primero ha puesto la infraestructura de la organización y el segundo ha rediseñado sus argumentos. Ambos forman el tándem que elabora un discurso simple y directo, plagado de amenazas y riesgos en un territorio como el valenciano que roza casi el 20% de inmigrantes y 600.000 personas sin empleo, un Estado de bienestar que hace aguas y una clase política presuntamente corrupta. Agiten la coctelera y sírvanlo en forma de programa electoral de la nueva derecha: España 2000 y Democracia Nacional. 

Investigadora en Derechos Humanos e Inmigración. Universitat de València

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