domingo, 22 de abril de 2012

¡¡PUES NO LO HAGAS!! ¡¡COOOOOOÑO!!

 Martin Pacheco

Están tocándome las narices con el sonsonete de que «hay que tomar medidas que a nadie le gusta tomar». ¡Coño!, pues no las tomes.
                                          
 Pero no, además de tocarnos las narices y manosearnos el bolsillo, quieren que les reconozcamos, al menos, el valor o la valentía; que sepamos que no están contentos con lo que hacen, pero que lo hacen por necesidad; es decir, quieren obtener alguna satisfacción del hecho de reconocerles el valor de hacerlo. Son, sin embargo, unos nenazos con cara de sepultureros: Actúan de mala fe, renuncian a la libertad de lo que podría ser de otra forma y quieren que les otorguemos el mérito de plegarse a la necesidad, porque ellos llaman mérito a lo que no es más que obediencia, y en Zapatero era «cobardía». 
                                             
Dice Gallardón que el PP ha tomado medidas (para el ataúd) «renunciando a su ideología» (¡tengo una ideología y la cambio cada día, pero siempre será la mía!) y a sus promesas electorales (engañando, pues, a su electorado) y, en lugar de hacer como el rey que está desnudo y decir «lo siento, me he equivocado y no lo volveré a hacer más», ponen cara de lechuguinos para decirnos: «No lo sentimos nada, aunque ustedes lo sientan cada vez más; estamos acertando y volveremos a hacerlo porque esto no es más que el principio del fin». El señor Fabra que nos (p)reside, refiriéndose al copago sanitario, ha vuelto a hacerlo. Asegura que «es una medida [para la mortaja] difícil que a nadie le hubiera gustado hacer», pero «necesaria para garantizar el estado del bienestar» y añade, con sangriento sarcasmo, la culpabilidad del anterior ejecutivo (¡el de Zapatero, no el del trío de la bencina Zaplana-Olivas-Camps!) por no hacer los deberes», es decir, la herencia recibida. Ya basta, y recogiendo argumentos para llegar al fin: Que son una cosa, pero hacen otra por necesidad (que son simpáticos, aunque den pena); que aunque la política pertenece al reino de lo que puede ser de otra forma-libertad, no hay más alternativa que la que ellos toman y que es la que les recetan; que todo eso se lo debemos reconocer como «mérito», es decir, como coraje y valentía; y que para terminar, aunque ahora den pena, en el futuro nos harán reír. Pues vale.

                                                                                                                                         
Cuando despertó el elefante, todavía estaba allí el rey.

Siguen con el oxímoron de la cadena perpetua revisable. Si es perpetua es perpetua; si es revisable es revisable, pero no puede ser perpetua y revisable, como un para siempre que se acaba o un obispo homófilo.

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