miércoles, 11 de abril de 2012

COMO LA BOMBA DE NEUTRONES.

               si vas a cualquier polígono de Valencia  te encontraras con lo que hay, una ruina                                                                                                                                        

                                                                                                            

R. Ventura-Melià

Si en los años de la burbuja del ladrillo, y de su corolario, el turismo de masas, ya hubo voces que denunciaron el abandono de la industria valenciana, poniendo en peligro el sector dinámico y exportado como se había abandonado a la agricultura, de siglos próspera, la tendencia se agudizó en las dos últimas legislaturas y ahora es en todo el territorio de Estado Español, donde muestra una imagen de decadencia, a pesar de haber ido mejorando los números de su actividad en el extranjero, impulsada sin duda por la atonía del mercado interior. No tomamos buena nota de Alemania o de EE UU donde procuran facilitar la venta a terceros países de sus bienes. Mejorando así la balanza de pedidos y la de pagos. Con los nuevos presupuesto del Gobierno de Rajoy la inversión en industria merma hasta un punto peligroso no sólo en Fomento, sino también en el sector naval, y por supuesto en lo que llamaríamos grandes obras para las que se prevén partidas insuficientes para tirar adelante, para animar y para crear empleo, contradiciendo una vez más promesas electorales y reivindicaciones del Gobierno de la Generalitat Valenciana, que no parece en situación de plantar cara, a cambio de ayuda directa o indirecta para su financiación, en situación precaria.
Por ello, y en conjunto, el resultado de la crisis bancaria o del capital, y tras los recortes, aumento de impuestos y tasas, y ahora la legislación laboral, y el recién aprobado presupuesto, ha venido a producir el mismo efecto que la bomba de neutrones, pero al revés.
                                                                                     
Cuando Reagan la anunció, dentro de su plan de la Guerra de las galaxias, para reducir en caso de confrontación a la URSS (todavía existía y era la segunda potencia), se trataba de destruir todo un país, dejando a toda su población aniquilada, pero con las estructuras, carretera, casa, fábricas intactas, eso sí, inhabitables durante años. Era un gran borrador de la vida animal y de la vida. Pero en un lapso de tiempo podía permitir una ocupación y repoblación, tal vez, sin que se nos dijera cómo iba todo derrumbándose sin mantenimiento. O si la zona muerta no sería cuna de una nueva Edad Media. Ahora, la crisis, como la bomba de neutrones ha vaciado los polígonos industriales cierran fábricas, anula almacenes, echa el cierre a muchos talleres y negocios, hay calles enteras con las tiendas cerradas. La gente ha ido al paro, a sus casas, está viva, aunque vive sin vivir en ella, está en un tormento mayúsculo. Su desvivir es tormento y se alarga y se endurece más y más.
Tenemos pues un paisaje comparable al que habría después de una guerra, en este caso sin aviones ni tanques, pero igual de destructora. El mercado lo arrolla todo, somete, discrimina, destruye. Y las masas quedan desprovistas de sus fuentes de ingreso, del trabajo, y más de un millón de familias solo en España bajo el umbral de pobreza.

                                       
El efecto de la bomba de neutrones no hubiera sido peor, aunque no hubiera perdonado la vida, así no sabemos todavía cómo se resolverá este ingente problema social y económico, de las masas empobrecidas, mientras el capitalismo ruge triunfante sacrificándolo todo al dios mercado.

                                                                   sisco

No hay comentarios:

Publicar un comentario