Hoy como ayer, democracia con derechos ciudadanos y libertades plenas significa república. En este 80 aniversario de la proclamación en España de
Y es que, a pesar del tiempo transcurrido, aún se mantiene bloqueada por los poderes fácticos la articulación federal del estado español, al tiempo que continúan creciendo los recortes de derechos sociales y de garantías públicas democráticas conquistadas tras la muerte del dictador. No se trata sólo del mantenimiento de un sistema electoral injusto que privilegia a los partidos mayoritarios. Hay que hablar también de la corrupción galopante y de la creciente desafección ciudadana hacia las instituciones públicas y hacia unos partidos políticos que han involucionado y cada vez se asemejan más a las «agrupaciones políticas» que propuso Fraga Iribarne cuando fue ministro de Gobernación del dictador Franco, buscando (y consiguiendo, después de todo) la continuidad en el poder político y económico de sus herederos.
Es también, principalmente, el sistemático incumplimiento de las garantías señaladas por
Bajo el actual régimen de monarquía parlamentaria, tampoco se han logrado restañar las heridas producidas en la memoria colectiva por el alzamiento fascista y su liquidación de todo atisbo de democracia y de libertades tanto en las instituciones públicas como en la vida civil. Son prueba de ello las dos leyes de punto final firmadas por el actual jefe del Estado y rey de la nación, como fue en su día la ley de amnistía y la más reciente ley de memoria histórica del año 2007.
A la luz de todas estos hechos, en este 80 aniversario sólo puede decirse que la lucha por la república continua siendo el referente imprescindible y motor necesario para el cambio social en nuestro país y estado.
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