jueves, 14 de abril de 2011

DEMOCRACIA CON DERECHOS SIGNIFICA, ¡¡REPUBLICA!!


Juanjo Llorente

Hoy como ayer, democracia con derechos ciudadanos y libertades plenas significa república. En este 80 aniversario de la proclamación en España de la II República, finalmente truncada por una insurrección militar que también logró imponer, a la muerte del dictador, el régimen de monarquía parlamentaria bajo el que vivimos, preciso es reconocer la verdad de esta afirmación y su trascendencia. Porque, desde hace casi un siglo, al menos para quienes desde la izquierda luchamos por una sociedad mejor, la república constituye el marco obligado donde articular las aspiraciones del conjunto de los trabajadores y de los pueblos de España. El referente de las aspiraciones compartidas de libertad, igualdad y fraternidad, a la vez que la mejor o única manera de construir un futuro de paz y de prosperidad para las clases trabajadoras que hoy seguimos muy lejos de haber conseguido.
Y es que, a pesar del tiempo transcurrido, aún se mantiene bloqueada por los poderes fácticos la articulación federal del estado español, al tiempo que continúan creciendo los recortes de derechos sociales y de garantías públicas democráticas conquistadas tras la muerte del dictador. No se trata sólo del mantenimiento de un sistema electoral injusto que privilegia a los partidos mayoritarios. Hay que hablar también de la corrupción galopante y de la creciente desafección ciudadana hacia las instituciones públicas y hacia unos partidos políticos que han involucionado y cada vez se asemejan más a las «agrupaciones políticas» que propuso Fraga Iribarne cuando fue ministro de Gobernación del dictador Franco, buscando (y consiguiendo, después de todo) la continuidad en el poder político y económico de sus herederos.
Es también, principalmente, el sistemático incumplimiento de las garantías señaladas por la Constitución de 1978 como definitorias de un Estado social y democrático. Se trata de los derechos constitucionales a un trabajo, a la salud, a la educación, a la cultura y a unas condiciones dignas de vida que, sin embargo, hoy pueden disfrutar cada vez menos personas.
Bajo el actual régimen de monarquía parlamentaria, tampoco se han logrado restañar las heridas producidas en la memoria colectiva por el alzamiento fascista y su liquidación de todo atisbo de democracia y de libertades tanto en las instituciones públicas como en la vida civil. Son prueba de ello las dos leyes de punto final firmadas por el actual jefe del Estado y rey de la nación, como fue en su día la ley de amnistía y la más reciente ley de memoria histórica del año 2007.
A la luz de todas estos hechos, en este 80 aniversario sólo puede decirse que la lucha por la república continua siendo el referente imprescindible y motor necesario para el cambio social en nuestro país y estado.

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