Suenan campanas en el PP cristiano
Editorial DEL LEVANTE VALENCIANO
El presidente de las Corts, Juan Cotino, que encabeza la gran familia cristiana del PP valenciano, no parece dispuesto a ceder más protagonismo político. Lo ha perdido ante el avance del poder emergente de Alberto Fabra y las escaramuzas impulsadas por Alfonso Rus y Rita Barberá en los convulsos meses que han sucedido a la dimisión de Francisco Camps. Pero la ausencia de los cristianos del primer frente de batalla no es sinónimo de renuncia. Han aguardado pacientes a que se recompusiera el escalafón y ahora, ante la previsible remodelación del Consell que desencadenará la inminente imputación judicial de Rafael Blasco, organizan un minicongreso en Xàbia para mostrar músculo y hacerse visibles tanto en la esfera autonómica como en la estatal, donde las dudas sobre el liderazgo y la gestión de Mariano Rajoy comienzan a avivar los movimientos internos.
Cotino se ha servido de la Fundación Vives per l´Humanisme i la Solidaritat —coordinada por el polémico asesor suyo que tantos disgustos le ha dado por su incontrolada afición a las redes sociales— para lanzar las campanas al vuelo. Llama a los feligreses más cotizados de su parroquia política (Mayor Oreja, García Margallo y Carlos Iturgaiz) a asistir a unas jornadas de debate en comunión con destacados representantes de la jerarquía católica (el cardenal Cañizares o el arzobispo Osoro). Los políticos cristianos, que tanto contribuyeron a la caída de Adolfo Suárez, vuelven a reivindicarse. En tiempos de cambio siempre aparecen.
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