jueves, 24 de octubre de 2013

AL SUR A LA IZQUIERDA


                                                      
Una plaga sobrevuela sigilosa el Andévalo onubense. Con escandalosa impunidad, bandadas de cigüeñas criminales otean desde las alturas el tendido eléctrico que lleva la luz a las pacíficas poblaciones de Alosno, Castillejos o San Bartolomé, escogen con fría determinación sus objetivos ycon pericia diabólica se posan sobre los postes para construir allí sus nidos y, con escandalosa impunidad, provocar decenas de microcortes del fluido eléctrico. Los vecinos se han quejado una y otra vez a Endesa, pero Endesa siempre contesta lo mismo: la culpa es de las cigüeñas. Naturalmente, los vecinos están hartos de los pájaros: de los pájaros normales que vuelan y les cortan la luz pero también de los pájaros de Endesa que no dejan de cobrar cada mes las facturas pero no les arreglan el maldito problema.
Después de mandar escritos y más escritos, el alcalde de Alosno, Diego Expósito, se ha puesto serio y amenaza con ir a los tribunales. Pues que se ande con cuidado el alcalde: podría poner a la justicia en un serio aprieto, pues si, tras practicar las oportunas pruebas testificales y documentales, quedara fehacientemente demostrado, como sostiene Endesa, que la culpa es de las cigüeñas, no sería fácil dictar una sentencia y menos aún ejecutarla. No se puede encarcelar así como así a centenares de cigüeñas, polluelos incluidos. Ni se las puede matar como perdices cuando se levanta la veda. Ni se las puede despedir de su oficio de cigüeñas.
Lo lógico, pues, sería ir contra los otros pájaros, contra los pájaros de Endesa, pero estos a su vez no se lo pondrían nada fácil al juez. Son pájaros que tienen en nómina abogados buenísimos que acabarían convenciendo al tribunal de que las grandes empresas crean riqueza, empleo y facturación, sobre todo facturación, y que si la ley va contra ellas todo el mundo sale perdiendo, cigüeñas incluidas. Endesa obtuvo en el primer semestre de 2013 un beneficio neto de 1.114 millones de euros, que así a simple vista parecen muchos millones pero que si se los compara, pongamos por caso y por no salirnos del tema, con el número de estrellas que tiene no el universo al completo, sino solo nuestra humilde galaxia, pues la verdad es que no es tanto dinero; es dinero, sí, pero no tanto como pretenden los resentidos demagogos de siempre. ¿Podría Endesa apartar un piquillo de esos 1.114 millones de beneficio neto del primer semestre de 2013 y destinarlo a resolver el conflicto de las cigüeñas del Andévalo? Podría, en efecto, podría. Pero ¿quién nos asegura que una operación financiera de esa envergadura no podría poner en grave riesgo la estabilidad presupuestaria de la saneada compañía y arruinar su previsión de beneficios para el segundo semestre de 2013?
Los vecinos del Andévalo lo tienen complicado: puede que tengan de su parte la razón, pero tienen en contra demasiados pájaros. Pájaros de los que vuelan y pájaros de los que cobran. En este país hay demasiados pájaros de los segundos que se dedican a culpar de todo a los pobres pájaros primeros. De todo lo malo que nos pasa tienen principalmente la culpa las cigüeñas. Hay mucho paro porque los trabajadores-cigüeña que tenían empleo cobraban demasiado. Gastamos demasiado en la prestación por desempleo porque hay medio millón de parados-cigüeña que defraudan al INEM haciendo chapuzas aquí y allá. Hay mucha deuda nacional porque las familias-cigüeña gastaban demasiado. Hay mucho déficit público porque hay demasiados maestros-cigüeña y médicos-cigüeña y policías-cigüeña. Está bien claro, pues, lo que pasa, bien claro dónde está el problema: el problema de verdad está en que en este país hay demasiados pájaros. Solucionar ese problema no es fácil, naturalmente: no se los puede encarcelar a todos así como así. Ni se los puede matar como perdices cuando se alza la veda. Lo único, si acaso, que se podría hacer es intentar despedirlos de una maldita vez de su infausto oficio de pájaros de mal agüero. Es cierto que no se dejarían, pero al menos deberíamos intentarlo.

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