domingo, 4 de noviembre de 2012

LOS QUE SE LOS LLEVAN A ...


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Ilustres evasores


                                                             
Xavier Latorre
El retrato robot del evasor es un señor que no se fía de sí mismo, pero que está forrado de dinero. Le gusta que la sociedad reconozca sus méritos, pero reniega de ella privándola de sus necesarios y justos impuestos. Es un tipo admirable que elude sus compromisos fiscales pero acude a todos los saraos y celebraciones que se organizan con dinero público: debates, inauguraciones e incluso si le ofrecen un cargo lo acepta tan ricamente; sobre todo, si está bien retribuido y si luego, para la posteridad, cuelgan un retrato de su careto al óleo en la galería de ilustres. El ricachón sin escrúpulos que saca su dinero del país a escondidas suele tener varios asesores a sueldo para que la sociedad a la que timan le adule constantemente y si puede ser también le declare hijo predilecto. A veces incluso pretenden limpiar su mala conciencia con alguna fundación benéfica que desgrave.
Hace unos días detuvieron a un periodista griego por desvelar los nombres de algunos bastardos evasores griegos que habían puesto su dinero en la opaca banca suiza. Esa lista, así como otras –incluida la de 659 prohombres españoles- la suministró al gobierno francés un currante de un banco suizo que ahora está preso en España. Gracias al pirateo de datos de este contable, nuestro gobierno ha conseguido recaudar de esos magnates de pacotilla unos 6.000 millones de euros extras. Circulan listados de supuestos distinguidos evasores cuya confirmación provocaría un escándalo sin precedentes. Echen cuentas y verán las pensiones que se pueden revalorizar sólo con ese dinero o los libros de texto que se pueden pagar o las becas Erasmus que se pueden conceder.
Toda esa importante suma de dinero corresponde a un solo banco de Suiza. Ahora hagamos el cálculo de cuánto podría ingresar de más nuestro erario público si descubriéramos a los patriotas de boquilla que depositan su pasta en otras entidades financieras del país helvético distintas al HSBC. E imaginemos también que, por una de esas, -no caerá esa breva- el fisco pillara con las manos en la masa a los evasores de fuera de Suiza. Sería, sin duda, un puntazo regularizar, sin mediar amnistía fiscal alguna, a los que han sacado el dinero a islas caribeñas, peñones, países minúsculos o cualquier otro paraíso fiscal. La Agencia Tributaria imputa a esa bolsa de ricos malcriados, ahí es nada, el 74 por ciento del fraude fiscal español. Con ese dinero se podrían, por ejemplo, amortiguar los efectos de los recortes en Sanidad y Educación.
Yo sólo espero que el día que se funda un semáforo por falta de mantenimiento y un trailer tenga que embestir irremediablemente a un coche –sin causar daños personales- quede empotrado en la carrocería del automóvil de gama alta del evasor de turno; me gustaría que si alguna los bomberos vez llegan tarde a un incendio sea al de su mansión; preferiría que si tienen que desvalijar a un chaval en un descampado sin iluminar sea hijo suyo. A ver si así esos miembros del selecto club de los evasores muertos de miedo aprenden de una vez que pagar a Hacienda no es hacer el primo y que llevarse el dinero fuera arruina irremediablemente el futuro de sus vecinos.

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