Un secreto a voces
Francisco EsquIvel En el comunicado de dimisión como director gerente del efeemeí, el ya archifamoso Strauss-Kahn dice haber tomado la decisión porque «ahora pienso en mi familia». Dominique es un cachondo. Tanto que, dentro del incesante torrente de detalles que no deja de fluir en torno a las circunstancias del caso, uno de los más llamativos es que, al parecer, las últimas palabras que pronunció el exjerarca del orbe financiero antes de ser detenido en el avión fueron «¡Bonito culo!», dirigidas a una de las azafatas del aparato. Por los cargos que acumula el proceso, a DSK puede caerle lo suyo y lo de Polanski, aunque no sea el momento más idóneo para hablar de ningún ménage, teóricamente al menos. Dos años atrás, cuando el máximo dirigente del efeemeí se disponía a conceder la primera entrevista radiofónica en su país desde que accedió al cargo, el humorista de la propia France Inter le hizo los honores con un monólogo titulado «Llega DSK. ¡Todas al refugio!» en el que, entre otras pistas, se describían las siguientes: «Dentro de unos pocos minutos, Dominique Strauss-Kahn va a penetrar... en este estudio. Es la primera vez que vuelve a Francia desde su aventura con una joven húngara responsable de la máquina de fotocopias del efeemeí... Evidentemente, se han tomado las medidas excepcionales de seguridad en el seno de esta redacción. Perdón, seno es una palabra que no puedo pronunciar hoy para no despertar a la bestia... Estas medidas son la siguientes: los miembros femeninos del equipo lucen vestidos largos, sobrios y totalmente antisexo. Han sido prohibidos los tacones, el cuero y la ropa interior de encaje. Como ejemplo, Hélène Jouan, directora de redacción, lo recibirá con un burka. Todos los rincones oscuros y cerrados de la emisora y algunos armarios han sido clausurados». El ínclito llegó al estudio hecho un basilisco y el autor de la radiografía, Stéphane Guillon, a la vuelta de la esquina fue despedido. Hace tiempo que lo sostengo. Viendo lo que tenemos, los análisis más sagaces los clavan los humoristas.
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