sábado, 23 de marzo de 2013


Siempre hay salida

23.03.2013 | 00:51

Emili Piera                                                
Siempre hay salidas aunque algunos catalanes las vean todas en el mismo sitio: la puerta de salida que, por cierto, también es una salida. Oriol Pujol está como Aznar en sus tiempos: que se va, que se va. Y no se ha ido: sólo un poco. Tampoco renuncia a los cargos que abandona, sino que los delega. Eso es aún más español que dimitir poco: se deja un propio a cargo de la finca con la esperanza de recuperarla, pero ya se dice aquí que el que se va a Sevilla, pierde su silla y, en todo caso, el sentimiento, universal, de la propia valía que hace que todo el mundo se queje de su mala suerte pero no de una inteligencia insuficiente, más el hecho de que cualquier español cree poder arreglar en diez minutos lo que permaneció desencajado durante siglos, todo eso, digo, convertirá a los capataces en dueños del latifundio. Es ley de vida.
Siempre hay salida. De hecho, decían de nuestra ley hipotecaria (más antigua que el ferrocarril Utiel-Baeza) que era una garantía para los inversores y que no aplicarla traería desastrosas turbulencias al sistema financiero. Luego, los juristas de Bruselas la han retratado: abusiva y manifiestamente mejorable. También amenazan a los chipriotas (como antes a los portugueses, los irlandeses, los españoles o los italianos. Hace diez minutos han incorporado Francia al pelotón), amenazan, digo, con toda clase de calamidades si no aceptan la sisa a sus ahorros que no afectará a las grandes fortunas porque, al parecer, recibieron información privilegiada y han abandonado Chipre a quien, de repente, le ha salido un novio ruso: el mismo Vladimiro Putin. Ante un abrazo de oso hay que comprobar quién hace de oso y quién de miel.
Se nota que Chipre fue cuna de Afrodita: todos se le ofrecen, también la Iglesia ortodoxa y sus riquezas, detalle nada menor pues estos curas se casan y también el nuevo papa, Francisco, ha hecho voto de pobreza. No es que saliera de la fumata blanca ningún progresista porque, como dijo aquél, no llegó a entrar, pero siempre hay salida, también espiritual, incluso teológica: con un papa jesuita no ha de ser complicado. Habrá sorpresas

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