Esta valoración la hacen en "Nature Photonics", la revista de mayor impacto internacional en el campo de la óptica, Costas M. Soukoulis, físico del Laboratorio de AMES (Iowa State University), de EE UU, y Martin Wegener, del Karlsruhe Institute of Technology alemán, dos de los científicos de referencia mundial en nuevos materiales fotónicos.
En el reportaje ambos investigadores hacen una revisión de los logros científicos conseguidos en la última década en todo el mundo, así como los retos de futuro en el desarrollo de meta materiales fotónicos. Y el mayor hito alcanzado, según Soukoulis y Wegener ha surgido este año en el laboratorio del NTC de Valencia.
Índice de refracción negativo
Allí, los investigadores Javier Martí, director del centro, Carlos García Meca, Alejandro Martínez y Juan Hurtado -junto con ingenieros del King's College de Londres- han desarrollado el primer meta material multicapa con índice de refracción negativo a frecuencias del espectro visible, insensible a la dirección o polarización de la luz y con bajas pérdidas por absorción, lo que supone un primer paso hacia la invisibilidad.
Martí explica que en la naturaleza solo existe la refracción positiva. Es decir, que las ondas electromagnéticas, entre ellas la luz, cuando pasan de un medio a otro cambian de dirección al ver alterada su velocidad. De ahí, que un lápiz en un vaso de agua lo veamos doblado. Con la refracción negativa es la luz la que se "dobla" ya que al incidir sobre el meta material, "tras rodearlo, sigue en la misma dirección", relata.
Así pues, el meta material tridimensional creado por
En busca de la "lente perfecta" de Pendry
El meta material creado por la Politécnica es un avance hacia la "lente perfecta" teorizada hace 11 años por el físico británico sir John Pendry, el principal experto mundial en el control de la luz. Pendry desafía las leyes fundamentales de la óptica que dicen que es imposible que una lente capte la luz por debajo de la longitud de onda de la luz empleada. Así, el meta material de la UPV posibilitaría la construcción de superlentes capaces de captar longitudes de onda de luz inferiores a 100 nanómetros, lo que permitiría ver objetos de hasta un nanómetro -la millonésima parte un milímetro-, como una cadena de ADN, con un microscopio óptimp
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