viernes, 6 de septiembre de 2013

ALAIN DELON AHORA SALE "POR PETENERAS" Y SE OLVIDA DE VISCONTI


A mí me parece muy bien que Alain Delon diga que la homosexualidad es contra natura. En realidad, casi todas las actividades humanas que merecen la pena lo son: el jamón serrano, la jardinería, las novelas policíacas, la música sinfónica, los puros habanos, la filosofía, la lírica, el whisky escocés, las catedrales góticas, el atletismo, el vegetarianismo, la aviación, la cirugía cerebral o el cine francés. Al menos yo todavía no he visto que de los árboles broten libros de Raymond Chandler, sonetos de Miguel Hernández, rosetones, vidrieras, botellas de Balvenie, carreras de cien metros, sinfonías de Beethoven, bisturíes ni películas francesas, salvo alguna del propio Delon que parece caída de un algarrobo.

Eso sin contar que, contrariamente a lo que sostienen algunas sectas religiosas, la homosexualidad es una conducta muy extendida entre montones de especies del reino animal, algunas tan inequívocamente viriles como los leones, los curas de pueblo o los actores de cine. En el hombre, como dijo Zubiri, la naturaleza es cultura y para de contar. Ciñéndonos estrictamente a la sexualidad humana, todo lo que vaya más allá del juego del teto (tú te agachas y yo te la meto), es pura invención, pura civilización y, por tanto, contra natura, desde la postura del misionero hasta los zapatos de tacón, pasando por el tango, el cine porno, las cenas románticas, las felaciones y las bodas parroquiales, perversión ésta que suele cometerse en público ante centenares de personas. O ya me explicarán Delon y Rouco Varela si han visto casarse por la iglesia o por lo civil a muchos gorriones, a muchos jabalíes o a muchas zarigüeyas.A mí me parece muy bien que Alain Delon diga que la homosexualidad es contra natura. En realidad, casi todas las actividades humanas que merecen la pena lo son: el jamón serrano, la jardinería, las novelas policíacas, la música sinfónica, los puros habanos, la filosofía, la lírica, el whisky escocés, las catedrales góticas, el atletismo, el vegetarianismo, la aviación, la cirugía cerebral o el cine francés. Al menos yo todavía no he visto que de los árboles broten libros de Raymond Chandler, sonetos de Miguel Hernández, rosetones, vidrieras, botellas de Balvenie, carreras de cien metros, sinfonías de Beethoven, bisturíes ni películas francesas, salvo alguna del propio Delon que parece caída de un algarrobo.
                                          
La tontería de Alain tiene doble delito si se recuerda que en los setenta confesó abiertamente su bisexualidad y que en el mundo del cine se sabía de sobra que era uno de los amantes oficiosos de Visconti. No le está sentando muy bien la vejez al que antaño fuese uno de los hombres más guapos del mundo y que hoy se ha quedado en reserva nacional de bótox, otro invento que tampoco se cría en el campo. Parece que Delon ha querido sumarse a la ola de homofobia que nos llega desde Rusia, un país donde se apalea y se persigue a los homosexuales, y donde diversas celebridades públicas han soltado burradas similares a las del astro francés y se han quedado tan anchos. Incluso han llegado a censurar una producción cinematográfica sobre Tchaikovsky, una de las glorias nacionales y uno de los compositores menos ambigüos de la historia. Que a Tchaikovsky le gustaban los hombres y que sufrió lo indecible por ello, lo sabe cualquiera que haya leído, siquiera por encima, cualquier biografía del compositor.
Resulta curiosa esa unanimidad homofóbica en un país que tiene como líder carismático a un prototipo de osote depilado, un señor que se pirra por despelotarse a la primera de cambio, en cuanto pilla un cacho de sol. Cada nueva campaña veraniega de Putin, montando a caballo o pescando salmones, es una exhibición de bíceps y pectorales que ríete de la publicidad de una discoteca en Chueca. Putin en la naturaleza es contra natura, como el oso y el madroño en un koljós.

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