El sábado, según el relato realizado por algunos de los 88 supervivientes, partieron de una playa cercana a Trípoli (Libia) cuatro lanchas neumáticas con alrededor de un centenar de inmigrantes a bordo cada una. Los traficantes les quitaron sus pertenencias y, a pesar del mal tiempo, los remolcaron hasta alta mar. Dos días después, el lunes por la tarde, una primera lancha fue socorrida por los guardacostas italianos, que solo pudieron salvar la vida a 79 personas. Otras 29 murieron por hipotermia. Más tarde se encontraron otras dos lanchas similares, pero en una solo quedaban dos de los pasajeros y en la otra, siete. Al llegar a Lampedusa, algunos de los supervivientes —procedentes del África subsahariana— dijeron que habían visto morir a 200 personas. Unas horas más tarde, Carlotta Sami, portavoz de la agencia de la ONU para los refugiados, aseguraba que la tragedia había sido aún mayor: “Los supervivientes han confirmado que, además de las 203 personas que viajaban con ellos y que se ha tragado el mar, había otra cuarta embarcación. Por tanto, no sabemos qué ha pasado con otro centenar de personas”.La Operación Mare Nostrum, puesta en marcha por el Gobierno de Enrico Letta apenas dos semanas después de la tragedia de Lampedusa, logró salvar la vida a 150.000 personas en un año, a pesar de que la derecha italiana —con Matteo Salvini, el emergente líder de la Liga Norte a la cabeza— se opuso de manera frontal alegando que provocaba un efecto llamada a la inmigración ilegal. Como explica Giusi Nicolini, la alcaldesa de Lampedusa, con la rabia de vivir de nuevo en directo el drama de la inmigración, “los que antes fingieron no entender, ahora fingirán no ver”. “Tal vez fuese verdad que con Mare Nostrum llegaban más inmigrantes”, añade la alcaldesa, “pero al menos llegaban vivos. Ahora llegan muertos. Tritón no es una operación humanitaria. Solo está concebida para salvaguardar las fronteras. No sirve para nada, ni para salvar a la gente ni siquiera para dar la voz de alarma. Las llamadas de socorro las han tenido que dar los pobres inmigrantes”.
Ante la avalancha de críticas, Izabella Cooper, la portavoz deFrontex, la agencia europea que gestiona el operativo Tritón, se defendió diciendo que su mandato se limita a “ofrecer asistencia técnica a los Estados miembros para patrullar las fronteras; no se puede esperaar mas.perar más”
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