lunes, 23 de febrero de 2015

El origen de la Escuela valenciana del cómic se remonta a 1937 - "El capitán Trueno" o "Roberto Alcázar" y "El guerrero del antifaz" son sus referentes


El tebeo de la tierra

El origen de la Escuela valenciana del cómic se remonta a 1937 - "El capitán Trueno" o "Roberto Alcázar" son sus referentes

23.02.2015 | 04:38
Una viñeta de Rojas de la Cámara.
Una viñeta de Rojas de la Cámara.

Por tradición, Valencia siempre ha destacado en el arte, sea cual fuera: música, literatura, bellas artes, y se remonta varios siglos atrás. Por poner una fecha digamos que desde Tirant lo Blanc, las causas? Son el inicio de lo que se forjó después, o mejor, durante la guerra civil, pues entre otros Juan Puerto, un portero de una finca de la calle de Cirilo Amorós, tenía en la misma calle una pequeña imprenta donde editaba seriales semanarios que él mismo y su ayudante repartían. Las novelitas eran de variado género, sobresale la titulada Drake Durbin, tamaño debolsilibro o, como se le llamó después «de bolsillo». Vino el fatídico 1937 y Juan Puerto siguió publicando, a pesar de la falta de papel y comunicación fuera de Valencia.

Influencias italianas
Por esta fecha nació la llamada Escuela Valenciana. Conocedor de los dibujantes de entonces, „bien en revistas satíricas u otras publicaciones„ su cuñado, el profesor de dibujo Eduardo Vaño realizaba los dibujos para sus «folletines» y novelitas, al mismo tiempo que el famoso Enrique Pertegás. Por entonces ya había llegado a Valencia el trabajo artístico del cómic de tira para periódico, a través de los italianos Guerri en Valencia y vía Madrid la Hispano Americana de Ediciones, con revistas tan famosas y nostálgicas como Aventurero, y otras que no tenemos espacio para nombrarlas a todas.

Estas revistas traían material americano, ya citado, pero publicadas a gran tamaño, de ahí le vino la idea de realizar cuadernos apaisados, o sea formato 17 x 24, y fue precisamente cuando Alfonso Arizmendi Regaldie, quien más tarde estuvo en la cárcel como otros muchos dibujantes/escritores, le llevó una historia de un aventurero que había recibido una gran fortuna. Juan Puerto guardó las páginas, como tantas otras que recogía de los dibujantes y anónimos escritores de sus folletines. En ese año, antes o inmediatamente terminada la guerra civil, se trasladó a la calle Triador, en donde empezó a editar los llamados tebeos, uno de los primeros fue el trabajo de Arizmendi, pero cambiándole el nombre por Roberto Alcázar y Pedrín, este título indica muy bien las simpatías de Puerto y no solo por lo de Alcázar, sino también por lo de español que figura en su primer cuaderno. En la contraportada todavía se anuncia el citado Drake Durbin. Este serial fue pronto acompañado de otros sin figurar numeración ni colección, hasta que apareció la llamada Selección aventurera, donde iban apareciendo los trabajos de gente que todavía estaba en la cárcel y otros que habían trabajado en los folletines, tales como el ya por entonces notorio pintor Pertegás, al que se unieron en historias completas otros personajes. Por aquella época apareció un dibujante llamado Manuel Gago, al que, como a todos los demás, según me indicó en su momento el dibujante Edmundo Marculeta, no le importaba la calidad, sino lo mísero que pagaba por sus trabajos. Pero allí, según Marculeta, aprendieron el oficio muchos artistas que venían sin pasar por Bellas Artes, caso de él mismo y muchos otros.

Allá por 1940, en la mencionada colección, aparecía sin numeración una historia completa, si bien se mira, llamada El guerrero del antifaz. La distribución seguía siendo por envío de empleados en la ciudad valenciana, mientras para el resto de la España en guerra, no aparecería hasta uno o más años después.

De modo que Roberto aparecía por su parte, pero el resto aparecía bajo el genérico Selección aventurera, hasta que las ventas obligaban a tener su propia colección, aunque sin numerar, como dicho con Roberto Alcázar. Con El guerrero del antifaz ocurrió igual: los tres primeros números no llevan nada más que el título del cuaderno, sería en la 42/43, ya que la salida era como se podía a pesar de tener algunas preferencias o, si lo prefieren ayudas para papel y demás. Roberto Alcázar, hasta el nº 6 aparecía en contraportada como Colección Alcázar, era el primero y se anunciaba el siguiente: El misterio del Expreso Azul. Ya en el primer episodio Roberto encontraría a Pedrín que huía de España como polizón. El viajero Roberto Alcázar, que tampoco se nos dice a dónde iba o venía, lo apadrinó y Pedrín se educó a la buena de Dios, sin escuelas, colegios, salvo con un poco de imaginación. Ya había pasado por ella, dado que la edad sería la de 12 años y Pedrín era un pilllo de armas tomar.

En cuanto al famoso Guerrero del antifaz, ya se repartía nada más terminar la guerra o poco más, y doy fe de la fecha 1943 como arranque, vía transportes ordinarios, aquellos célebres ordinarios que unían nuestros pueblos. Más tarde llegaría al resto de España, pero solo en la ciudad la acogida del público había sido enorme, según la información de un amigo del que suscribe llamado Martínez, y que trabajaba en la Valenciana desde su nueva sede.

Aquello llevó a que todo artista soñaba con imitar el éxito, sin conseguirlo. Y aunque M. Gago publicaría también tebeos para la Selección aventurera, pronto se dedicó a su primera obra, El guerrero del antifaz, y poco a poco fueron creados otros personajes de indudable calidad: El pequeño luchadorPurk o El hombre de piedra.

Con la llegada de Soriano Izquierdo, la editorial empezó a tener una mejor profesionalidad, pues Soriano ya venía de Barcelona bien preparado. Fueron apareciendo las revistas cómicas Jaimito y un montón más, así como de chicas, caso Mariló. De los tebeos apaisados destacan muchos dibujantes imposible, también, de enumerar. Pero debemos citar a José Grau o Marculeta y en lo cómico fueron apareciendo José Sanchis, Karpa, Palop o Rojas de la cámara. Pasados los años 1950, la familia Gago, un exmilitar republicano con sus otros tres hijos fundó la Editorial Maga, siendo el mayor de ellos, Manuel, tan solo un colaborador, pues la Valenciana no le dejaba trabajar para otras empresas. Este, con un socio fundó la Editorial Garga sin demasiada suerte y pronto cesó. Y ahí llegó la tercera hornada de la llamada Valenciana: Aparecieron los hermanos José y Leopoldo Ortiz, Luis Bermejo, M. Quesada, Vicente Ramos y tantos otros que siguieron el estilo de Manuel Gago quien, a su vez, había tomado el tramado artístico, gráfico y narrativo norteamericano.

Modelo para otras regiones
Nacía así la llamada Escuela valenciana, poco se tardó en imitarla, en Barcelona, no fueron pocos los valencianos que trabajaron para editoriales como Bruguera: Eugenio Giner, Miguel Ambrosio Zaragozá „es decir, Ambrós, el creador de El capitán Trueno, con un grafismo que también fue muy imitado sin demasiada suerte„. Igualmente, en otras capitales apareció este tipo de obra literatura visual, hoy llamada cómic, con total desprecio al nombre tebeo, como pasó en otras naciones donde se respetó su nombre inicial. La cuarta generación, si contamos con lo que publicó Ed. Guerri antes de la Editorial Valenciana, sería cuando el retorno con Boom música y platillos, en los que destacaron Sento, Mique o Beltrán. Desgraciadamente, sin fortuna

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