miércoles, 11 de marzo de 2015

Y esta es la historia de una mujer que soñaba desde pequeña con la carrera militar..........Y como la soñó así la encontró, con mandos superiores que aun viven con el generalísimo y que están convencidos de que el mundo es suyo........¿A alguien en esta España le puede estañar que un militar abuse de su poder?..........De cualquier manera el nuevo rey, Felipe vI es el jefe supremo del ejercito y ante esta injusticia aun no ha dicho esta boca es mia.................sisco


Así empezó su historia
Todo comenzó en julio del 2008, cuando Zaida recibió la orden de acompañar a Lezcano a Valladolid, donde se celebraban unas conferencias bajo el título Las transmisiones en el siglo XXI. La capitán asegura que su jefe le ordenó, según El País, que se uniese a él como su secretaria. «Ya sabes, como una secretaria de falda corta», fue el principio, mantiene, de un concienzudo acecho.
Según recoge El Mundo, transcribiendo un fragmento del citado libro , el acoso comenzó en el tren. «Al principio se trata de miradas lascivas, sonrisas insinuantes, ese tipo de gestos masculinos de acercamiento que cualquier mujer sabe interpretar a la perfección. Se acerca a ella apoyando los codos sobre la mesa. Le mira los pechos con ojos lascivos». 
Ya en la ciudad, según el testimonio de Zaida Cantera, el alto cargo militar aprovechó una reunión con una mesa de trabajo de por medio para «poner una mano en su pierna», «acariciándola y subiendo con ella hacia la entrepierna»El País relata que la capitán, al notar el contacto, hizo un movimiento brusco y se levantó. No satisfecho, a la salida, la paró, «agarrándola por un brazo y comenzando a acariciarla». Le insistía en que tenía que llevarse bien con él y que los IPECS -informes personales de calificación- eran muy importanes.
Al día siguiente, el teniente coronel Isidro José de Lezcano-Mújica volvió a la carga con Zaida Cantera. Sujetándole la mano le reprochó tener confianza con otro mando, ante lo que la militar le replicó que «mientras vistiera el uniforme, para él, ella era un capitán y no una mujer». «Téngalo presente, a mí no me toca nadie más que mi marido». Con esta contestación, firmó su sentencia. El mando le espetó que se arrepentiría. Desde entonces, se dedicó a vejarla en público; a hacerle la vida imposible.
El siguiente episodio violento sucedió mientras Zaida Cantera ayudaba a preparar el material  que se llevarían sus compañeros a Afganistán. Al girarse se encontró a Lezcano. Según la militar, este la agarró, la zarandeó y la empujó con fuerza contra el coche. Pese a su preparación física, el golpe por sorpresa la dejó aturdida, con un fuerte golpe en la columna. A continuación, Lezcano la amenazó: «Si mi carrera se ve afectada, acabaré contigo».
La sentencia
Con estos hechos, el Tribunal Militar Central dictó el 8 de marzo del 2012 -coincidiendo, casualmente, con la celebración del Día Internacional de la Mujer- una sentencia sin precedentes hasta aquel entonces. Tras ser ratificada a posteriori por el Supremo, se determinó que el coronel había actuado «con grave menosprecio de la condición femenina de la víctima» y que, asimismo, sus actos -tocamientos, insinuaciones, amenazas, vejaciones en público- eran «claramente atentatorios de la libertad sexual» de la capitán.
¿El resultado? Isidro José de Lezcano-Mujica era condenado a dos años y diez meses de prisión por un delito de «abuso de autoridad» y «trato degradante» a una capitán que estaba a sus órdenes, ya que los abusos sexuales como tal no estaban contemplados en el Código Penal Militar. Aunque todo apuntaba que esta sentencia marcaba el final del via crucis de Zaida Cantera, nada más lejos de la realidad. El calvario de la militar no había hecho nada más que empezar.
El calvario de Zaida Cantera no acabó aquí
Podría sonar a argumento de House of Cards -la trama de la segunda temporada alrededor del proyecto de ley en contra de los abusos sexuales en el Ejército que encabezaba Claire Underwood-, pero lo que vivió a partir de entonces Zaida Cantera es fruto de la más pura realidad. Incluso fuentes próximas al Ministerio de Defensa llegaron a confirmar a El País que la capitán fue objeto de una persecución orquestada e impulsada por los antiguos compañeros de promoción del coronel Isidro José de Lezcano-Mujica.
Para desacreditar a Zaida Cantera, la militar fue sometida a los pocos meses de conocerse la sentencia a un Informe Personal de Calificación (IPEC). ¿En qué consiste esta evaluación? Según estipula el artículo 81 de la ley 39/2007, de 19 de noviembre, que regula la carrera militar, se trata de una «valoración objetiva de unos conceptos predeterminados que permitan apreciar las cualidades, méritos, aptitudes, competencia y forma de actuación profesional del militar» y que es primordial para la promoción profesional de los miembros del Ejército. A pesar de que la capitán contaba hasta aquel momento con unas calificaciones excelentes, el resultado fue muy deficiente.
La cosa no había hecho más que empezar. Sus superiores le denegaron a Zaida Canterasegún reveló en su momento El País, su solicitud de vacaciones de verano. Y fueron más allá, ya que rechazaron su petición de aplazar un curso de ascenso a comandante que terminó con una notificación de no presentada y la suspendieran.
El caso de la manipulación caligráfica
Al mismo tiempo, un juzgado togado militar de Madrid abrió en abril del 2013 diligencias contra Zaida Cantera por un presunto delito de deslealtad por manipular las fechas de solicitud de permiso que presentó cuando estaba en el curso anteriormente citado en la Academia de Zaragoza. Aunque podría sonar a falta leve de corte burocrático, en lenguaje militar se traducía en una pena de seis años de prisión.
Esta alteración, cuya autoría niega Zaida Cantera, terminó archivada por la juez militar por considerar que el baile de fechas no perjudicó al servicio, pues la capitán estaba de baja psicológica, y tampoco revestía gravedad. A pesar de ello, la magistrada dejó abierta una vía disciplinaria que Defensa aprovechó para abrirle un expediente disciplinario por «hacer reclamaciones, peticiones o manifestaciones basándose en aseveraciones falsas» que le valió una condena de dos meses de arresto.
Ante tal decisión, Zaida Cantera volvió a acudir a la justicia y recurrió el auto para que se eliminara el párrafo que le atribuía ser la autora de la alteración de la fecha. Para ello, tuvo que presentar un estudio de un perito calígrafo que pagó de su bolsillo y que afirmaba que la capitán no era la que había firmado ese documento. Aunque logró reabrir el caso, la juez pidió otro informe al Servicio de Criminalística de la Guardia Civil que concluyó que no hubo alteraciones de la fecha pero que era no era posible técnicamente «establecer la participación o no de la citada oficial» y que podría haber sido realizado por otra persona «con parecidas o superiores habilidades escriturales».
Sin embargo, tal y como reveló El País, lo sorprendente de las conclusiones era que se aseguraba que las dos firmas habían sido hechas por la misma mano. Es decir, el escrito en cuestión había sido falsificado, pero no por la fecha, sino por las firmas de los mandos y, como uno de ellos había afirmado que aquella era su firma, se suponía que había realizado ambas. 
Otra denuncia por «persecución laboral» o «acoso moral»
El final de este proceso, que duró más de un año, se finiquitó con una falta disciplinaria leve para Zaida Cantera y la apertura de un nuevo juicio para desentrañar quién había estado detrás de la manipulación de aquel escrito. La capitán decidió denunciar por «persecución laboral» o «acoso moral» a cuatro mandos militares: al general de brigada Ramón Pardo de Santayana, subdirector de Enseñanza del Ejército; a los coroneles José Luis Sánchez Urbón y Francisco Javier Salas Canalejo y al teniente coronel Fernando Barreras Mejía.
Esta denuncia tuvo un efecto colateral que no gustó a los altos cargos de Defensa al detener el ascenso de Pardo De Santayana y paralizar la promoción del generalato del Ejército de Tierra. Ante tal coyuntura, el proceso judicial se finiquitó en poco menos de dos meses. Y es que el Juzgado Togado Militar Central número 2 imputó a los cuatro cargos, les tomó declaración entre el 23 y el 27 de junio del 2014 -sin permitir que se grabasen sus palabras-, y dictó un auto que descalificaba la denuncia y los desimputaba -excepto al teniente coronel Fernando Barreras Mejía hasta comprobar si la firma era o no suya- el día 1 de julio. 
Después, tomó el relevó -pero sin perder la rapidez- el Tribunal Militar Central, que exoneró a los tres cargos el día 18 de julio. Solo siete días después, el 25 de julio, el Consejo de Ministros decidía darle continuación a una decisión que había paralizado al dar inicio a este proceso: el ascenso a general de división de Pardo de Santayana.
Coincidiendo con el ascenso de Pardo de Santayana y tras haber recaído de los problemas psicológicos que le causó el proceso por acoso sexual y que le dejó profundas secuelasZaida Cantera decidió tirar la toalla. Según aseguró la capitán, su situación en el Ejército se volvió «insostenible», lo que le llevó a iniciar el proceso para dejar las Fuerzas Armadas y solicitar la apertura de un expediente sobre insuficiencia de facultades profesionales. Ahora mismo, aunque todavía está en activo, se encuentra de baja. «Yo soy un problema -reconoce ante Évole-. Desde el primer momento en el que denuncié soy un problema».
Un libro para denunciar su caso
La capitán del Ejército ha decidido también plasmar su denuncia en papel, a través del libro No, mi general, escrito junto a la diputada de UPyD, Irene Lozano. ¿Por qué ahora da la cara en la televisión, por qué relata su martirio en un libro? Considera Zaida Cantera que hay que denunciar a los responsables de esta situación porque «hay muchos militares honrados dejándose la piel, y hay que diferenciarlos». «No todos somos iguales, como se ha demostrado. No lo somos ante la ley, lo que es lamentable, pero tampoco lo somos ante la corrupción, el caciquismo y el servilismo», dice. El libro, editado por Plaza Janés, relata su «experiencia brutal y traumática de ser acosada sexualmente primero, y perseguida laboral, profesional y personalmente, después, a modo de escarmiento, por aquellos que tendrían que haberla protegido».
«Las fuerzas armadas han significado mi vocación desde niña. No me voy, me han echado. No creo que sea imposible luchar desde dentro contra un sistema anquilosado en el pasado, pero el desgaste personal es terrible. Al engranaje del Ejército le falta el aceite con el que se impregna la democracia actual», afirma Zaida Cantero en el libro. 


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