martes, 23 de julio de 2013


Algo nuevo en el cielo. Las nubes noctilucentes.

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Son nubes. Pero no a 10 sino a 80 kilómetros de altura. Solo pueden verse en ciertas latitudes,  antes del amanecer o tras la puesta del sol. Pero eso no es lo más sorprendente. Lo más curioso es que parece que nadie las vio hasta 1885. ¿Nadie prestaba atención hasta entonces? ¿Fueron creación humana? Aún hoy desconocemos la respuesta.


Empecemos por su descubrimiento. En 1883 se produjo la gigantesca explosión del volcán Krakatoa. Esta explosión destrozo la isla,  pudo oírse a 3.500 kilómetros de distancia y  proyectó cenizas hasta una altura de 80 kilómetros. En años posteriores, la temperatura del planeta cayo en 1,2 grados mientras la atmósfera se recuperaba. Por eso, cuando dos años después  empezaron a verse unas finas nubes a gran altura, todo el  mundo pensó que se trataba de polvo en suspensión generado por la explosión. Y que, con el tiempo, este polvo caería lentamente hasta la superficie.


Sin embargo, en las siguientes décadas, las nubes noctilucentes no desaparecieron sino que aumentaron convirtiéndose en un enigma cada vez más interesante. En 1961, los estudios sobre su composición demostraron que estaban formadas por diminutos cristales de hielo de entre 40 y 100 nanómetros. Estos cristales se formaban alrededor de partículas de polvo aún más pequeñas.

Los nuevos datos no resolvían el enigma. La evaporación normal no genera nubes capaces de alcanzar esa altura. La aportación de cohetes, como la lanzadera espacial,  no es significativa ni fue responsable  de su formación inicial. Y un enemigo añadido es  la luz ultravioleta que, a esa altura, descompone las moléculas de agua, deshaciendo los cristales. Estudios posteriores encontraron otra extraña propiedad. Estas nubes reflejan con mucha fuerza las emisiones de un radar. Esto se debe a que  estan recubiertas por una finísima capa de átomos de hierro y sodio  que se depositan en su superficie.

Para estudiarlas en mas detalle, en 2007 se lanzo el satélite  AIM.Sus datos junto con las investigaciones anteriores han  proporcionado una imagen mas clara de las características de estas nubes. Pero, incluso hoy, la pregunta sobre su origen aún no tiene respuestas definitivas. Una de las teorías  acusa al metano de ser el responsable . El aumento en su producción, por ejemplo en actividades agrícolas intensivas, permite que parte del mismo ascienda a gran altura antes de reaccionar con el oxigeno formando agua y dióxido de carbono. Otros investigadores sostienen que las mareas atmosféricas elevan  una pequeña cantidad de  humedad desde la troposfera.

La preocupación más reciente viene asociada al efecto invernadero. Según los modelos, el aumento de la temperatura en la superficie provoca un enfriamiento a gran altura que favorece su formación. Los efectos son mixtos, de día reflejan la luz solar enfriando el planeta pero también bloquean la radiación infrarroja aumentando el efecto invernadero. Abr que esperar más estudios para entender estas nubes tan bellas.

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