domingo, 21 de febrero de 2016

El punto de encuentro de la memoria íbera

Las investigaciones que se han llevado a cabo tras las excavaciones en este enclave de Moixent recrean cómo vivían los poblados íberos 2.300 años atrás

21.02.2016 | 04:15
El punto de encuentro de la memoria íbera
El punto de encuentro de la memoria íbera
La Bastida de les Alcusses tuvo una corta existencia de apenas 100 años, antes de ser abandonada alrededor del año 325 a. C. por causas desconocidas. Pero fue suficiente como para convertirse en una de las ciudades más importantes del norte de la Contestania ibérica en el siglo IV a. C., en el mayor apogeo de la cultura ibérica.
A 741 metros de altitud, en una de las cumbres más alargadas de la Serra Grossa, limitando al norte con el Pla de les Alcusses y al sur con la Vall de l´Alforí de Fontanars, se encuentra La Bastida de les Alcusses, cuyo nombre íbero desconocemos. Su importancia radica en que se trata de un punto de encuentro entre la famosa Vía Augusta y el río Vinalopó en su transcurso hacia tierras alicantinas, lo que la convierte en un excelente enclave defensivo y en un centro económico en el que las materias primas y los productos manufacturados indígenas se intercambiaban por objetos de prestigio, como las cerámicas griegas.
El Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia realizó, entre 1928 y 1931, las excavaciones arqueológicas en las quese descubrió aproximadamente la mitad de la superficie de la ciudad, hallazgo en el que destacó una lámina de plomo con escritura ibérica, figurillas como la del Guerrero de Moixent, numerosos instrumentos de hierro y una vajilla de cerámica que provocaron que el yacimiento fuera declarado en 1931 como Monumento Histórico Artístico. Pero ahora, bajo el amparo del Museo de Prehistoria, se han retomado las investigaciones sobre la Bastida con un amplio proyecto de restauración, excavaciones y difusión del yacimiento, con la intención de dar a conocer el patrimonio arqueológico.
Las investigaciones han podido demostrar que las viviendas eran de una sola planta, dispuestas en varias habitaciones y con una superficie entre 80 y 150 metros cuadrados. Actualmente, de la muralla solo se conserva la base de piedra, y junto a la entrada principal se preservan dos torres cuadrangulares, pese a que existen huellas que indican la existencia de otras seis torres, hoy desaparecidas.
La vida y el trabajo
Los visitantes de la Bastida de les Alcusses de Moixent podrán revivir cómo era la vida y el trabajo de sus habitantes, que giraba en torno a la transfomación y preparación de alimentos, y a su almacenaje. También el trabajo de la cerámica y los metales ha dejado su huella en la historia de este lugar, a través de la fabricación en hierro de todo tipo de instrumentos artesanales y armamento, compuesto por falcatas, espadas, cuchillos o escudos, entre otros.

No obstante, la agricultura era la principal actividad de los íberos, quienes la complementaban con la ganadería. Para ello poseían un extenso material agrícola de hierro, muy semejante al actual. A los pies del poblado se extendían campos de cereales, de viñedos y de olivos.
Además, la visita a este yacimiento permite contemplar la reconstrucción de una casa ibérica, reviviendo el ambiente doméstico que se vivía 2.300 años atrás. También se han podido recrear, tras un estudio muy riguroso, un telar, un molino giratorio, tinajas, ánforas de almacenaje o aperos de labranza.

La Bastida de les Alcusses es un lugar mágico en el que empaparse sobre cómo era la vida de nuestros antepasados. Se puede visitar de martes a sábado, de 10 a 14 horas


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