Separados al votar2013
Alfredo y Mariano por fin han salido del armario. Estuvieron dentro tanto tiempo que los fotógrafos de la revista Zero se hartaron de esperar y tuvieron que dejar la portada en blanco: Zero pelotero. La expresión, por supuesto, es metafórica ya que ambos líderes no han tenido contacto de ningún tipo, ni sexual ni intelectual ni amistoso ni mucho menos político. Se trata de un pacto platónico, uno de esos amores castos, limpios y puros, no manchados por viles intereses partidistas o económicos, ni siquiera el interés general, que es el que menos interesa.
Por el bien de España y de Telefónica ambos líderes han permanecido, durante sus sesudas negociaciones, lo más lejos posible uno de otro. Más que una cumbre de estado, lo suyo parecía un precipicio con un abismo en medio. Se han cuidado muy mucho de no dejar ni un solo pelo del bigote en el lugar del delito, ya que corrían peligro no sólo de que los vieran juntos sino de que además pensaran que eran la misma persona. En efecto, no sólo comparten barba, aficiones comunes, batacazos electorales e ideas políticas, sino que su programa electoral es prácticamente idéntico. Mariano le pidió prestado el programa electoral a Alfredo y Alfredo está clavando el papel que Mariano hizo durante ocho años como jefe de la oposición: cero pelotero. Si no fuese por la calva, un detalle bien estudiado por los asesores de imagen de ambos, se podría pensar que son mellizos separados al nacer. O separados al votar, que queda mejor como título de película.
El parto, quiero decir el pacto, ha resultado largo y doloroso pero al final ha sido niña, la niña de Mariano, o sea, Ana Mato, la mártir de Disneylandia. Parece un poco la continuación de la pareja aquella de Schwarzenegger y Danny DeVito, Vaya par de gemelos, cuyo lema decía que con las sobras de uno hicieron al otro. En la secuela hispánica, de unos retales de Danny DeVito podían salir Mariano, Alfredo y aún sobra chicha para amasar cuatro o cinco líderes de reserva.
Mariano y Alfredo no se han reunido en carne y hueso para no coincidir juntos en el mismo segmento del espacio-tiempo y acabar provocando un agujero negro. Han preferido las conversaciones telefónicas, igual que los amantes decimonónicos tenían que recurrir a los carteros o a las palomas mensajeras, aunque ellos hablaban por tarifa plana más que nada para estar a tono con su propio diálogo. Habría sido bonito verlos y escucharlos (ver cómo Alfredo se apartaba del teléfono cada vez que le venía encima una sibilante, ver cómo Mariano llamaba a los fontaneros de la Moncloa para asegurarse de que al otro lado no hablaba José Mota) pero la democracia parlamentaria es así. En fin, habrá que leerlo todo en Wikileaks. Yo creo que ni siquiera pasaron del whatsapp, que con un par de emoticonos ya estaba todo el pescado vendido. Es un despilfarro mantener en funcionamiento el congreso para que sus señorías tomen gin-tonics cuando al final se entienden mejor por party line.
No hay comentarios:
Publicar un comentario