Ya están aquí los fantasmas
Lo advirtió Montoro, un ministro con duende, un duendecillo con un ministro dentro: Vemos fantasmas volando, sobrevolando nuestras inermes cabezas, obstaculizando nuestra visión de la realidad, y eso nos pasa porque vamos por la vida mirando a las nubes, convencidos de que un pedazo de cielo puede caer sobre nosotros en cualquier momento y abrirnos la crisma. Pero nuestros fantasmas, de momento no vuelan, incordian y trastean a ras de tierra, se entrometen, juguetones y perversos en nuestros recintos más sagrados y enredan en los arcanos de nuestra mismísima Agencia Tributaria. El último fantasma aparecido tiene carnet de identidad, un carnet cuya cifra mágica funciona como un mantra para proteger a su propietaria. Introduces el número identitario y los ordenadores del Ministerio de Hacienda se vuelven locos.
¡Ay infelices mortales! si vuestros números vulgares hubieran aparecido en esos archivos de la Hacienda Pública vuestro destino hubiera sido trágico, truenos, rayos y centellas habrían caído sobre vosotros, una manada de cuervos encorbatados y funestos os habrían sacado un ojo de la cara y vuestros nombres habrían sido estigmatizados y vilipendiados de por vida. Las fincas fantasma de la infanta Cristina aparecen y desaparecen como caprichosos ectoplasmas. Como todos los fantasmas de calidad, el de la infanta, nació en un palacio y suele habitar en mansiones encantadas, y hay quién dice que un día fue secuestrada por un gigante olímpico y malvado que portaba un balón en la diestra como un obús de artillería para seguir lanzando pelotazos fuera de las canchas. Pero al inconsútil fantasma de la infanta no le afectan estas cuestiones terrenales pues habita un limbo exclusivo por el que pasean antiguos reyes destronados o tronados que no pueden ir al Cielo por sus pecados ni al infierno porque tienen bula, ni siquiera al Purgatorio donde sus penas serían temporales y los indultos posibles. Por este exclusivo limbo deambulan muchos antepasados de la familia, prognáticos y narigudos varones y hembras de rompe y rasga como la tatarabuela Isabel que probablemente añora su cuerpo mortal con el que hacía lo que le daba la real gana sin miedo al escándalo.
Los reyes de hoy no están hechos de la misma madera, un día fingieron ser como el común de los mortales para que el común de los mortales les invistieran otra vez con la corona,(no escarmentamos) el cetro y el armiño y les concedieran algunos de sus antiguos privilegios, y, para demostrar su buena disposición, ellas, ellos y sus hijos y nietos se sacaron el carnet de identidad y el NIF con los primeros números y la última letra. El 14Z, el carnet de la infanta es un carnet blindado, un escudo infranqueable. Su aparición en los documentos de la Agencia Tributaria creó el caos y sembró la incertidumbre sobre un terreno anegado de escándalos. El 14Z figuraba en las fantasmales transacciones de 14 propiedades. Cuatro ilustres notarios tendrían que haber dado fe esas operaciones, pero abjuraron porque las fincas en cuestión nunca habían sido de la tal infanta y todo era fruto de operaciones fantasma, posiblemente destinadas a enmarañar un poco más las cifras del asalto a mano embolada del “Urdanga” y de sus cómplices y testaferros.
Pide perdón la Agencia Tributaria por sus inexplicables errores. Tienen explicación, pero es mejor no aventurar hipótesis sobre tan vidrioso asunto ahora que sabemos que la Monarquía tiene el techo de cristal y puede romperse con una granizada más o con un cantazo mal intencionado. Hay explicaciones, pero no será Montoro el que nos las facilite. Ha sido un error afirmó 38 veces en una misma comparecencia en la que volvió a lucir su capacidad de no decir nada con muchas palabras y trató de convencernos de que vemos fantasmas voladores por los pasillos de la Agencia Tributaria, cuya credibilidad resulta tan dudosa como las aclaraciones de Cristóbal Montoro, un ministro erróneo y por lo tanto humano aunque algunos veamos en él a ese duendecillo incordiante surgido de las profundidades del Averno , criatura del inframundo, agente del Caos y guardián del Tesoro (mi tesoro) patético Gollum, hobbit degenerado y mutante y azote de la Tierra Media.
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