Emili Piera
16.03.2013 | 05:30
Recapitulemos: suelen decirnos tan a menudo que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que hace falta dejarnos de reproches y remar todos a la vez que, en el fondo de estas palabras, detecto la sombra coja y azufrada de Goebbels. La mentira más devastadora es la que contiene algunos gramos de verdad, salvo si la suelta Juan Luis Cebrián porque entonces no conserva ni uno solo: «Los periodistas hemos vivido demasiado bien», les dijo a sus redactores poco antes de aplicarles un ERE y después de cobrar 13 millones de euros en regalías, beneficios, stock options, qué sé yo. Muchos judíos se dedicaban al préstamo y las actividades financieras y como la banca no es, precisamente, un camino a la compasión, Hitler quiso deducir de ello que era un invento judío, cuando el dinero no tiene color.
Aquellos que no hicieron un «justo aprecio», que decía el clásico, de sus posibilidades y de su proyecto de vida, ya han pagado muy caro sus errores de apreciación. Quienes vivieron muy por encima, esta vez sí, de nuestras posibilidades fueron los que tomaron al asalto el presupuesto público y el dinero de las cajas, avalaron proyectos descabezados como Terra Mítica, la Ciudad de la Luz y otros inventos que se resumían en comprar tierra agrícola barata y pegar el pelotazo después de su recalificación. Cierto que algunos creyeron, al ver tantas grúas en el horizonte, que teníamos una gran industria y que, como dijo el sandio de Zapatero, habíamos «superado a Italia» cuando hay más fábricas, activas y rentables, sólo en el Milanesado que en toda la Península Ibérica. Sí: nos creímos eso y otras sandeces, la peor de todas, suponernos ricos porque circulaba mucho dinero. Ya vemos que no.
Y, en efecto, la mejor forma de salir del bache es remar juntos, sí, pero sabiendo hacia dónde vamos: castigo a los ladrones, nuevas leyes que dificulten y penen severamente el saqueo de los fondos públicos, plan democratizador mínimo que afecte a las listas electorales, a la estricta proporcionalidad, a la transparencia de la función pública ¿No querrán que rememos gratis y a ciegas?
Aquellos que no hicieron un «justo aprecio», que decía el clásico, de sus posibilidades y de su proyecto de vida, ya han pagado muy caro sus errores de apreciación. Quienes vivieron muy por encima, esta vez sí, de nuestras posibilidades fueron los que tomaron al asalto el presupuesto público y el dinero de las cajas, avalaron proyectos descabezados como Terra Mítica, la Ciudad de la Luz y otros inventos que se resumían en comprar tierra agrícola barata y pegar el pelotazo después de su recalificación. Cierto que algunos creyeron, al ver tantas grúas en el horizonte, que teníamos una gran industria y que, como dijo el sandio de Zapatero, habíamos «superado a Italia» cuando hay más fábricas, activas y rentables, sólo en el Milanesado que en toda la Península Ibérica. Sí: nos creímos eso y otras sandeces, la peor de todas, suponernos ricos porque circulaba mucho dinero. Ya vemos que no.
Y, en efecto, la mejor forma de salir del bache es remar juntos, sí, pero sabiendo hacia dónde vamos: castigo a los ladrones, nuevas leyes que dificulten y penen severamente el saqueo de los fondos públicos, plan democratizador mínimo que afecte a las listas electorales, a la estricta proporcionalidad, a la transparencia de la función pública ¿No querrán que rememos gratis y a ciegas?
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