lunes, 18 de febrero de 2013

PUNTADAS SIN HILO


Fin de la Monarquía juancarlista

17feb 2013
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Si viviéramos en épocas de monarquías absolutas, al imputado Torres, a una docena al menos de periodistas y probablemente al juez Castro les cortarían la cabeza. Si viviéramos en épocas de monarquías más templadas, como las habidas en España antes de la actual, el asunto Urdangarin se taparía y el silencio y el olvido serían la sentencia. En la presente monarquía parlamentaria, de poderes ejecutivos sumamente recortados, el asunto debería, deberá, causar la renuncia inevitable del rey Juan Carlos de Borbón. Por mal que funcione le democracia, por mucho que la despreciemos, no cabe otra salida. No existe fuerza suficiente que lo impida. Ni el poder judicial dejará de actuar con corrección legal, ni aceptará imposiciones superiores. El malestar de la sociedad será unánime, y el Parlamento se tendrá que avenir, sin que por ello sea necesario ni cambiar de régimen ni violentar la Constitución. El Rey debe dar ejemplo y marcharse, abriendo camino al desarrollo limpio de toda actividad política. La dignidad de los españoles lo exige. La esperanza de que al fin vivamos en un país habitable. Es, sería, será, el principio del fin del espanto que somos. El Rey no puede enrocarse: ya no tiene peones que lo defiendan.

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