martes, 14 de mayo de 2013

SI DICES BASTA

                                                           


Emili Piera

Fue al escritor valenciano Rafael Chirbes a quien primero le escuché la idea: padecemos una hinchazón de la queja, o de la protesta, tanto da. Como Chirbes no escribe como una vaca ni es un carcamal, se trata de una opinión a tener en cuenta. Sobre todo porque Chirbes pinta cuadros desoladores de renuncia y acomodo, pero no se tira de los pelos del malhumor, siempre hay que estar prestos para ese juego ligero y cortés que es la ironía. Para empezar no somos tan distintos: en la última concentración de la izquierda francesa, la policía dijo que había tres mil personas y los organizadores, ciento cincuenta mil. Donde triunfa la propaganda, ya no crece la razón. El liberal The New York Times defiende el «legado» de Bush Niño (que no es mejor que el de Drácula), pero es que también lo hace El País.
No se trata de consolarse con la extensión del mal, sino de tomar distancias: en todos los países europeos, al estallar la crisis se votó contra el partido que, supuestamente, la trajo. Aquí, por ejemplo, se decretó la culpabilidad de Zapatero, pero yo he visto en la misma oficina bancaria y en el mismo puesto a la persona que intentó venderme preferentes. Curioso, ¿no? Tampoco servía de mucho darle la mayoría (absoluta) al PP si de ese partido eran los saqueadores de las cajas de aquí y los preciosos ridículos que se enfangaron en historias como la Ciudad de la Luz. Aunque el gobernador del Banco de España lo había nombrado el PSOE. Así pues tenemos, de Portugal a Polonia, unas combinaciones de gobierno que sirven al capital financiero, nos obligan a pagar impuestos pero evaden sus fortunas y mantienen paraísos fiscales en territorios sujetos a tributación universal, qué risa.
Y son gobiernos que no están ahí después de un golpe de Estado, sino con nuestros votos y complicidad, pese a que su propósito declarado era restablecer el esclavismo, convertir el trabajo en un privilegio y crear las condiciones para que el derecho a la salud y a la educación sólo esté al alcance de quienes se lo puedan pagar. Si dices basta, es basta y hay que empezar por uno mismo.

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