El
primer encontronazo del Presidente Chávez con Bill Clinton tuvo lugar
precisamente por culpa del espacio aéreo. Clinton agradecía a Chavez que, en
nombre de la amistad entre los pueblos venezolano y norteamericano, y en virtud
del Plan Colombia, autorizara a la fuerza aérea gringa sobrevolar territorio
venezolano. A lo que Chávez contestó: nada que agradecer Presidente, porque el pueblo venezolano
reconoce igualmente la amistad del pueblo norteamericano que en virtud de las
relaciones entre ambos pueblos y en aras del Plan Colombia permite a la fuerza
aérea venezolana sobrevolar territorio norteamericano. Y hasta ahí podíamos llegar, pensó Clinton.
Estos países bananeros…
Pero es que América
Latina ya es otra. Decía el Che que la Organización de Estados Americanos era el
Ministerio de Colonias norteamericano. Y por eso, con el impulso del corajudo
Chávez, decidieron dotarse de instituciones regionales soberanas: UNASUR,
CELAC, ALBA. Y hacía ahí camina ese continente. En el caso de Bolivia con la
decisión de Evo Morales, quien no ha dudado en expulsar de su país a los
norteamericanos realizando labores de espionaje. Como en Europa, vamos. Un continente
soberano, digno, decente. Todo lo contrario de esta decadente Europa que, al
tiempo que descubre que su amigo Estados Unidos tenía micrófonos hasta en los
baños del Parlamento Europeo, le dice quién puede y quién no sobrevolar su
propia espacio aéreo.
Somos una colonia
norteamericana. ¿Será mejor asumirlo de una vez por todas? Lo entendió muy bien
José María Aznar: ya que somos rehenes de los norteamericanos, hágamonos uno de
ellos. Alguna migaja te cae de su banquete. Y mientras Europa se convierte de
facto en una estrella más de la bandera, como Puerto Rico, si hablo con acento
tejano y señalo hacia las montañas con el dedo mientras digo arrobado
“Mountains, Mountains”, por lo menos me dejan poner los pies encima de la mesa
y eructar como los de Kansas después de beberme una Coca-Cola.
América Latina ha
empezado a ser librándose de las tutelas. Algo que no hemos hecho en Europa y,
mucho menos, en España. Contamos con lengua de serpiente que la liberación de
Europa de los nazis comenzó en el desembarco de Normandía, y ya se encargargó
Hollywood de hacerlo cierto. Pero la verdad es que la derrota del fascismo
empezó con la debacle del 6º Ejército alemán en Stalingrado. Fue el ejército
rojo el que liberó Europa. Claro está, salvo en España. Que Franco se quedaría
para siempre. Para eso nos pusieron las bases de Torrejón, Rota, Morón y
Zaragoza. Donde, seguramente, almacenan los micrófonos que luego siembran por
Europa, su amiga, para espiarla.
Si España tiene un
valor añadido es América Latina. Nos llamamos hermanos. Pero no dejamos que el
hermano Evo Morales, Presidente Constitucional de Bolivia, sobrevuele
territorio español. Lo detenemos como si fuera un delincuente. Lo registramos.
Lo convertimos en sospechoso. Al final, de manera vergonzante, autorizamos el
vuelo. Al igual que con las elecciones en Venezuela que ganó Maduro. Al final,
como a la fuerza ahorcan, terminamos asumiento lo que teníamos que haber hecho
desde el principio. Quedamos con todo el mundo como gente de poco fiar. ¿Será
verdad que nos parecemos a nuestros gobernantes?
El primer viaje que
hizo Juan Carlos de Borbón después de sustituir a Franco en la jefatura del
Estado fue a los Estados Unidos. Seguimos tutelados. Somos un vergonzoso Reino
bananero. En el próximo viaje del monarca, su familia o el gobierno a la América del Sur, cuando
los brindis y las palabras huecas de amistad entre los pueblos, alguien hará
sonar una copa con una cucharilla, les interrumpirá y les recordará este gesto
de inamistad, de vejación, de falta de soberanía. Igual al Rey lo más que se le
ocurre es decir, achispado, ¿por qué no te callas? Ignorando que ese
continente, a diferencia del nuestro, ha aprendido ya a hablar sin pedir
permiso.
No sirve de mucho,
pero otra España os pide disculpas.
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