Mariano teleñeco
La gente se pregunta por qué los periodistas siguen acudiendo a las ruedas de prensa virtuales de Mariano cuando podrían cubrirlas perfectamente desde casa. Incluso podrían esperar a que editaran el DVD de regalo en algún periódico que yo me sé. Para lo que dice Mariano, lo mismo puede oírse el mensaje dentro de seis meses que en el siglo pasado; la cosa no iba a cambiar mucho. Mariano lleva soltando las mismas prosopopeyas y oquedades desde que se dejó barba. Que si hay que acabar con la corrupción, que si vamos a salir de la crisis, que si un esfuerzo más, que si esto, que si lo otro. Es como Gila pero sin puñetera gracia. Uno ve a Gila en la tele sacando el casco del bombero y ya se le dobla la sonrisa en los labios. Uno ve a Mariano doblando los labios para la primera perdigonada y se pone a buscar un casco de bombero como loco.
Mariano prometió que cuando fuese presidente, él daría la cara, pero no especificó ni a quién ni dónde. A lo mejor es que todavía no se la han devuelto. Habla desde tan lejos que nadie podría jurar que no lleve puesta una careta. Que el presidente tiene un serio problema con su imagen es evidente para todo el mundo, excepto para sus asesores de imagen. Cuando acudí al primer debate entre Mariano y José Luis (aquel pulso gitano donde estaba pactado hasta el alfiler de la corbata) vi a un fotógrafo sudando la gota gorda porque en su periódico le habían pedido una imagen decente de Mariano. Les juro que le había sacado como tres mil fotos y no había ni una donde tuviera la cara quieta. Creo que al final tuvo que hacerle un retrato al carboncillo.
Probablemente Mariano haya contratado de asesor de imagen a Gonso, el de los Teleñecos. Si no, lo suyo no se explica. De hecho, su caso recuerda al de Milton Berle, aquel viejo cómico de variedades que fue invitado a los Teleñecos y a quien Statler y Walford, los dos ancianos implacables de la platea, le gritaban que se largara, que era muy malo. Milton Berle, molesto, les preguntaba si no podían hacer alguna crítica positiva y entonces uno de los vejetes le decía: “Para empezar, estás demasiado cerca del escenario”. Milton se iba alejando, los ancianos gritaban “demasiado cerca, demasiado cerca”, al final el hombre tropezaba con las cortinas y suspiraba: “¿Pero cuánto más quieren que me aleje?” “¿Tienes coche?”
El problema de Mariano es que sigue en la habitación de al lado, en el mismo país que asegura gobernar, aunque por aquí no haya ninguna constancia de ello. Gobernar, lo que se dice gobernar, ya nos gobiernan desde Berlín y desde Bruselas. Para el caso daría lo mismo que en el próximo congreso del PP eligieran de candidato a Don Pimpón, una idea que barajó en una novela mi amigo Juan Aparicio Belmonte. Don Pimpón es mucho más fotogénico, habla mejor y se le entiende casi todo. O bien que la próxima rueda de prensa la dé Mariano en dibujos animados.
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