¿Marciano a la vista? Qué hacen los científicos cuando detectan un posible mensaje extraterrestre
Hay una serie de protocolos que se deben cumplir antes de realizar el gran anuncio. Aunque no se ha descubierto la prueba definitiva de que hay vida más allá de nuestro planeta, los modelos de detección y la lista de pasos a seguir ya existen y se siguen perfeccionando a la espera de la ocasión, a fin de que el descubrimiento no suponga un peligro para la Tierra o la emoción de los investigadores conduzca a falsas alarmas que causen conmoción innecesaria.
En ocasiones, y estén o no buscando vida extraterrestre, los astrónomos que monitorizan el universo se encuentran con una señal que no parece tener una explicación natural. Después de medirla y de calcular su posible origen y significado, y de haber rechazado que esté causada por un fenómeno natural como por ejemplo una estrella, un asteroide o un cuásar, puede que en su mente aparezca la posibilidad de una existencia extraterrestre para explicar la variación que aparece en sus registros.
Aunque no sea algo que suceda todos los días, la historia está llena de momentos en los que los científicos pensaron que habían descubierto algo. Nikola Tesla creyó que la señal que los receptores de su laboratorio en Colorado Springs captaron en una noche de verano de 1889 podría haber venido desde Marte y tener un origen inteligente. El equipo que descubrió los púlsares también se planteó durante un momento que lo que estaban observando podía esta causado por algún tipo de ser extraterrestre de inteligencia superior.
En Estados Unidos, los astrónomos que escaneaban el cielo en busca de vida inteligente desde el Big Ear, el Radio Observatorio de la Universidad del Estado de Ohio, recibieron un día la señal que pasaría a la historia como WOW y que durante mucho tiempo consideraron un posible mensaje alienígena. Más recientemente, un grupo de científicos indicó que las fluctuaciones de luz de la estrella KIC 8462852, ahora conocida bajo el sobrenombre de la estrella de Tabby, encajaban con lo que se esperaría si megaestructuras alienígenas estuvieran girando en torno a ella, tal y como explicó Luc Arnold en una investigación de 2005. Aunque el equipo detrás de aquel estudio priorizaba las explicaciones naturales, les parecía remarcable que las fluctuaciones de luz encajaran con las megaestructuras posiblemente detectables que había descrito Arnold años atrás.
“Hoy en día la mayoría de los científicos son muy abiertos ante la posibilidad de la vida extraterrestre, especialmente microbiana. Esto es en parte por los resultados del proyecto del Telescopio Espacial Kepler que ha mostrado que la mayoría de estrellas tienen sistemas planetarios y que alrededor un 15 % de ellas gira algún planeta de características similares al nuestro. Así que existen muchas posibilidades de que haya vida en alguna parte de nuestra galaxia”, explica a HojaDeRouter.com Gerald Harp, director del Centro de Investigaciones SETI —acrónimo del inglés ‘Search for ExtraTerrestrial Intelligence’, en español Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre— del Instituto SETI en Estados Unidos.
“En cuanto a las civilizaciones alienígenas, la mayoría de los científicos dirían que es probable que existan, pero aún no se han puesto de acuerdo en cuál es el mejor método para encontrarlas”, señala.
En todos los casos mencionados, los científicos u otro investigador ajeno al estudio se plantearon que se había descubierto una señal o un fenómeno que procedía de una de estas civilizaciones aún desconocidas. Cuando estos posibles hallazgos se producen y los científicos creen haber encontrado una señal, llega la gran pregunta: ¿qué deben hacer entonces?
“Si la vida que se encontrara fuera microbiana sería diferente. La NASA, la ESA, una agencia japonesa o cualquier otra podría anunciarlo al mundo cualquier día sin problemas. Pero si se trata de vida inteligente es diferente”, puntualiza Margaret Race, científica especializada en Protección Plantearia y Comunicación de Riesgo del Instituto SETI.
La realidad es que, desde los años 80, existen protocolos que han ido reescribiéndose con el objetivo de guiar a los científicos que se encuentren en esta tesitura. Y aunque no hay legislación al respecto, las organizaciones y varios profesionales en búsqueda de vida inteligente han acordado una serie de detallados principios a seguir en caso de que se realizara un descubrimiento. “Pero en este punto todo es voluntario, no hay un organismo internacional que te vaya a decir por obligación qué hacer”, concreta Margaret.
Los pasos tras la gran señal
En primer lugar, lo más evidente: probarlo científicamente. “Es muy importante que el científico reúna tantas pruebas como sea posible. Nadie le tomará en serio a no ser que tenga evidencias que sean reproducibles. Esto quiere decir que otro científico tiene que poder repetir las observaciones que ha realizado el descubridor”, explica Harp.
“Desafortunadamente, un evento aislado como el descubrimiento de una señal que parece venir del espacio exterior no puede ser una prueba a no ser que otros científicos puedan captarla también”, remarca.
El investigador especializado en astrofísica y comunicación estelar explica que las fotos y los vídeos son de poca ayuda, debido a que se han dado muchos intentos de fraude usando material audiovisual. “Nuevas fuentes de este tipo siempre son consideradas muy sospechosas”, afirma.
De la misma manera que en otros campos se contacta con profesionales de otras instituciones para comprobar ideas y métodos, un científico que se encuentre ante una señal extraterrestre debería comentarlo con otros colegas que puedan hacer aportaciones y comprobar de forma independiente el resultado, estableciendo una red que monitorice de forma permanente la señal.
“Tienen que pararse durante un momento a pensar. Los investigadores deben ser responsables”, insiste Margaret. “Hemos estado implicados en la comprobación de señales que se pensaba que provenían de vida inteligente, pero cuando las hemos estudiado en profundidad se ha visto que no, que no lo eran. Y todo este protocolo se queda en estos primeros momentos”.
Por ello, los investigadores no deberían hacer ningún anuncio hasta estar totalmente seguros, momento en el que empezaría la cadena de comunicaciones cuyo primer eslabón serían las autoridades nacionales de su país.
Sin embargo, un estudio sobre la historia de la detección de vida extraterrestre indica que este supuesto secretismo hasta la comprobación total no siempre se ha aplicado. “Varias falsas alarmas en la búsqueda de vida inteligente han mostrado que cuando se descubren señales que parecen creíbles, estas recomendaciones se ven sobrepasadas por los acontecimientos. En concreto, los investigadores suelen tener problemas con la parte del secretismo”, explican los autores.
Después de comunicárselo a las autoridades nacionales, el descubridor tendría que informar a los observadores a través del Unión Astronómica Internacional y comunicárselo a la Secretaría General de las Naciones Unidas, en concordancia con el Articulo XI del 'Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes', popularmente conocido como ' Tratado sobre el espacio ultraterrestre'.
Al mismo tiempo, también deberían hacérselo saber a la siguiente lista de instituciones internacionales: la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el Comité de Investigación del Espacio del Consejo Internacional para la Ciencia, la Federación Internacional de Astronáutica, la Academia Internacional de Astronáutica, el Instituto Internacional de la ley del Espacio, la Comisión 51 de La Unión Astronómica Internacional y La Comisión J de la Unión Científica Internacional de Radio.
Finalmente, después de esta larga serie de contactos, llegaría el momento del gran público. Según el protocolo, la detección de vida inteligente debería ser diseminada “rápidamente, abiertamente y de forma amplia a través de los canales científicos correspondientes y los medios de comunicación”. Sería el descubridor el que tendría el privilegio de hacer el primer anuncio.
“No podemos estar diciendo ‘oh, lo encontramos’ y luego decir, ‘ah no, falsa alarma’. Hay que evitar a toda costa que la gente diga que han encontrado vida inteligente si no lo ha hecho. Para eso existe el protocolo. Todo tiene que estar basado en evidencia científica y estar monitorizado”, defiende Margaret.
Después del anuncio público llegaría otra de las grandes preguntas. Si se ha captado una señal, ¿se debería responder? Según estos principios, si la detección se ha producido en forma de señales electromagnéticas, sería necesario proteger las frecuencias adecuadas a través de la Unión Internacional de Comunicaciones, por lo que habría que notificárselo al secretario general de esta organización de la ONU, quien, además, podría querer organizar una reunión extraordinaria para abordar el tema.
Todas estas precauciones obedecen a un motivo que señala la investigadora del SETI: “No sabemos nada de ellos. Lo que transmite la señal podría ser incluso un robot. Sabríamos que está vivo y que es inteligente y que está ahí porque está mandando una señal, pero nada más”.
No habría que enviar respuesta ni a una señal ni a otro tipo de evidencia extraterrestre hasta que las “consultas internacionales apropiadas” hubieran tenido lugar. Sin embargo, estos principios ya no establecen los pasos a seguir en el caso de responder, que deberían “concretarse en otro documentos”.
La opinión científica sobre la búsqueda
Los científicos que no se dedican de forma específica a la búsqueda de vida inteligente no han hecho hasta ahora mención alguna en un artículo a que un fenómeno que hubieran descubierto pudiera estar causado por alienígenas. Si se tienen en cuenta los protocolos, es normal que ningún investigador haya emitido tal suposición, porque querría decir que estamos ante la confirmación real de que hay algo más ahí fuera. Sin embargo, la cantidad de estudios en torno a los mejores métodos para buscar vida, de tamaño microscópico o inteligente, aumenta cada año.
“Cuando entre al Instituto SETI, en el año 2000, había muchísimos prejuicios en la comunidad científica en contra de la búsqueda de vida extraterrestre. Hoy en día, la mayoría de los científicos contemplarían las posibles ideas sobre esta búsqueda si se publican en un 'paper'. Pero todavía hay prejuicios”, explica Harp.
De hecho, en el caso de la estrella de Tabby, uno de los más recientes en los que se ha mencionado la posibilidad de una explicación relacionada con la vida extraterrestre, no fue el equipo original el que propuso la alternativa de las megaestructuras alienígenas, sino otro estudio enmarcado en el contexto de la búsqueda de vida inteligente que rescataba las ideas de Luc Arnold. Aún así, en el artículo se priorizaban los motivos naturales.
Arnold fue el primero que teorizó, ya en 2005, sobre las megaestructuras construidas por seres inteligentes y sobre la posibilidad de detectarlas gracias a las distintas curvaturas de la luz. En su caso, hacer ciencia con la posibilidad de la vida en otros lugares del universo no le supuso un problema. “No sé cómo será para otros científicos, pero yo no tuve ningún problema en publicar mi investigación sobre tránsitos artificiales y la revista Astrophysical Journal aceptó el estudio. Lo más importante es que esté basado en una aproximación científica muy rigurosa, con hipótesis que puedan ser probadas mediante observaciones. Creo que este tipo de trabajo tiene que extenderse en la comunidad y ser publicado”.
Aunque solo fuera una teoría paralela, el flujo de luz de esta estrella se hizo famoso gracias a la mención de las megaestructuras, y esa notoriedad ha ayudado a su descubridora a recaudar fondos para continuar con sus investigaciones y descubrir cuál es la explicación real para el fenómeno. En la actualidad, la sola mención de los extraterrestres sigue siendo un reclamo para el público, que presta especial atención a esos temas.
“Desde el descubrimiento del primer exoplaneta en 1995 sabemos que el cielo no está solo lleno de estrellas, sino también de planetas. Esto abrió una nueva ventana a descubrir otros soles en nuestra galaxia, a estimular el desarrollo de los métodos de detección y los modelos de clima para estos planetas”, explica Arnold.
"Estamos seguros de que existen miles de millones de planetas, aunque aún no sabemos si hay vida —bacteriana o inteligente— en ellos", concreta el investigador.
A pesar de que no existe la certeza, de momento parece que el hallazgo más probable en un futuro próximo podría ser el de vida microbiana que, aunque extraterrestre, distaría mucho de la imagen de los hombrecillos verdes que la mayor parte del público tiene en la cabeza al pensar en seres de otro planeta.
“En los próximos diez años desarrollaremos telescopios y naves que serán capaces de detectar vida microbiana, visitando directamente Marte o Europa —una de las lunas de Júpiter— y que serán capaces de probar que existen atmósferas en exoplanetas que giran en torno a otras estrellas”, especifica Harp.
Puede que las señales de seres inteligentes se hagan esperar bastante más o que, por el contrario, lleguen pronto. Nadie puede vaticinarlo. Mientras tanto, los científicos seguirán mejorando sus modelos y trabajando en los protocolos que guiaran a los científicos el día en que se produzca el gran descubrimiento.
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