Publicado: 16 feb 2017 21:33 GMT
Perdónenme si sueno arrogante, pero se los dije. Trump es un loco tirano y es la amenaza global más peligrosa que la humanidad ha enfrentado en muchos años. La última vez que escribí en este blog fue apenas el día de la toma de posesión de Trump. Ya era obvio que lo que venía iba a ser un desastre, pero nadie predecía que iba a ser tan caótico y desastroso tal como hemos visto durante sus primeras semanas al frente del Gobierno.
Hizo algunas cosas que se esperaban, porque él mismo lo había prometido durante su campaña. Reautorizó la construcción de los polémicos oleoductos Keystone, que va desde Canadá a Estados Unidos, y Dakota Access, que traspasa tierras indígenas, a pesar de las inmensas protestas en su contra y los terribles impactos ambientales y humanos que causarán. Pero ya sabemos que a Trump no le importa nada de eso, solo le importa generar ganancias, y él es inversionista de la empresa encargada de construir por lo menos uno de esos oleoductos, el Dakota Access. Trump también eliminó algunas reglas financieras que fueron implementadas durante la gestión de Barack Obama para proteger a los consumidores, cosas que ahora ayudarán a los empresarios y multimillonarios a ganar más dinero mientras la gente común y corriente queda sin protección. También decretó esa medida malintencionada y mal hecha para prohibir la entrada a Estados Unidos a los refugiados de cualquier país del mundo y personas de siete países, principalmente musulmanes. Después de varios días de protestas masivas, detenciones de personas con estatus migratorio legal y demandas en las cortes, la medida fue suspendida por un tribunal federal por ser inconstitucional. Trump acusó a los jueces y a las cortes de politizar la seguridad nacional del país y prometió una batalla fuerte en la corte a través de la cual él asegura que saldrá victorioso. Hasta hoy estamos esperando su "batalla" porque no ha hecho nada después de perder la primera ronda. Trump también responsabilizó al sistema judicial por cualquier daño que pueda ocurrir al país debido a la suspensión de su decreto. Y señaló al juez que decidió actuar contra su decreto, poniendo en duda su credibilidad. También desafió el poder de los tribunales de cuestionar la autoridad del presidente. Parece que Trump no ha leído la Constitución de Estados Unidos. Ah, y para variar, todo eso lo hizo a través de su cuenta personal de Twitter.
Hablamos de su Twitter, porque justamente Trump sigue utilizando su teléfono personal y su cuenta personal de Twitter, en plena violación de las normas de seguridad para los presidentes, quienes solo deberían utilizar aparatos asegurados. ¿O acaso Trump no sabe que un teléfono es también un micrófono, una cámara y un GPS? Los servicios de inteligencia del mundo nunca lo han tenido tan fácil para espiar a un presidente estadounidense. Y eso después de hacer tanto ruido sobre el tema de Hillary Clinton y su uso de un servidor de correo electrónico privado. Trump utilizó lo de Hillary para instar a su detención y persecución criminal, y fue el tema principal de su campaña en su contra, que ella no era confiable porque había manejado mal información clasificada. Es risible viéndolo ahora. Trump hasta ha realizado reuniones sobre temas de seguridad de Estado, como la respuesta a Corea del Norte, a plena vista del público en su club Mar-A-Lago en Florida. Bueno, un "público" que paga una entrada de 200.000 dólares para pertenecer al club de Trump. El costo era 100.000 dólares antes de su victoria electoral en noviembre, pero subió a 200.000 porque bueno, Trump siempre busca la forma de convertir su presidencia en un negocio lucrativo. Por eso también castigó a la tienda de Nordstroms cuando dejó de llevar la línea de ropa de su hija, Ivanka, porque eso significa una pérdida y a Trump no le gusta perder.
Hay tantas cosas desordenadas y locas pasando en la Casa Blanca que es difícil seguirlas todas. Veamos su política exterior, si se puede llamar así. En sus primeras semanas como presidente, Trump peleó con el presidente de México y el primer ministro de Australia, tuvo palabras fuertes con la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Francois Hollande. Amenazó a Irán con una guerra e impuso más sanciones en su contra y ahora ha sancionado al vicepresidente de Venezuela, Tareck el Aissami, calificándolo como un capo del narcotráfico. Días después recibió a la esposa del opositor venezolano Leopoldo López en el Despacho Oval e instó (otra vez por Twitter) al Gobierno venezolano de "liberar a López de inmediato". Más adelante volveremos a este tema.
No podemos olvidar mencionar el desastre adentro de su entorno. Su loco asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, mintió al público, al FBI y al vicepresidente Mike Pence sobre una llamada que sostuvo con el embajador de Rusia en Estados Unidos a finales de diciembre. Trump se enteró del tema hace semanas, pero no le pareció nada malo hasta que la información se filtró a los medios y el vicepresidente se molestó. Sin embargo, Trump le echó la culpa a los medios y a las filtraciones por forzar la renuncia de Flynn, no porque Flynn le había mentido al vicepresidente y al público. Y esa es la otra gran pelea de Trump. Bueno, son dos: los medios de comunicación que no son de extrema derecha, y la comunidad de inteligencia. Es la primera vez en la historia del país que un jefe de Estado no tiene la plena confianza de la comunidad de inteligencia, la cual está filtrando información como si no hubiera mañana. Trump es un mentiroso patológico, un narcisista extremo y tiene un fuerte síndrome de personalidad. Ya los médicos están levantando sus voces sobre su incapacidad para ser presidente, porque el tipo realmente es un enfermo mental y no tiene la competencia emocional para estar en ese cargo (¡y menos con los códigos nucleares en su bolsillo!).
Trump está rodeado de personas con visiones violentas sobre el mundo. Su asesor estratégico, Steve Bannon, un supremacista blanco, racista, xenófobo, abusador de mujeres, que promueve una confrontación violenta con el islam, y que piensa que pronto viene la destrucción del mundo. El otro loco asesor cercano de Trump es Stephen Miller, un joven racista, xenófobo que ha instado al público a no desafiar el poder del presidente porque él tienen la razón siempre, y solo él. Su secretario de Estado, Rex Tillerson, era hasta hace poco el jefe ejecutivo de Exxon y es un tipo que solo ve negocios, no le importa la diplomacia, ni el bienestar del mundo, ni de la tierra madre, solo el petróleo y las ganancias. (¡Ojo, Venezuela!) Y bueno, ya salimos de Michael Flynn, pero ese era otro que abogaba por la guerra a muerte con el islam, calificando a todos los musulmanes de terroristas. Obviamente ellos estuvieron detrás del fracasado decreto de Trump sobre refugiados y musulmanes.
Desde que Trump asumió la Presidencia, han aumentado los incidentes violentos en Estados Unidos contra afroamericanos, latinos, mujeres, judíos y musulmanes. Su verbo odioso ha legitimado a los racistas, dándoles una plataforma masiva para promover su odio. Hasta hoy más de 700 personas, inmigrantes en Estados Unidos, han sido detenidos, muchos de ellos ya deportados. La mayoría no tenía antecedentes penales. Son madres y padres de familia, con pequeños hijos nacidos en Estados Unidos que ahora están separados de sus familias. Cualquiera que parece "inmigrante", entiéndase latino o musulmán, está bajo el riesgo de ser detenido e interrogado por las autoridades y millones de personas por todo el país están viviendo con esa terrorífica posibilidad.
Trump apenas está arrancando y ya tiene una lista de países amenazados y detrás de él están los halcones de la extrema derecha salivando para meterse en Venezuela e Irán, para comenzar. Sin duda Venezuela está en la mira inmediata. Trump dejó claro que en el caso de que hubiese entrado en Irak habría tomado todo el petróleo de ese país. En Venezuela están las más grandes reservas petroleras del mundo y Rex Tillerson quiere recuperar lo que Exxon perdió hace unos años. Con las sanciones contra el vicepresidente venezolano por narcotráfico, Estados Unidos está a un paso de iniciar una intervención directa en Venezuela para ejecutar un cambio de régimen.
¡Abran los ojos, despierten! Trump es una amenaza global. En Estados Unidos el pueblo está en la calle protestando por cada paso atrás que da Trump, por cada violación contra las libertades y los derechos fundamentales del pueblo. El mundo no debería quedarse callado frente a las barbaridades de este tirano que no representa ni la voz ni la visión de la mayoría del pueblo estadounidense. Trump perdió el voto popular en las elecciones presidenciales por casi tres millones de votos, y es el presidente menos popular de la historia del país. No tiene un mandato del pueblo para hacer lo que está haciendo. Su gran ego y su narcisismo extremo lo hacen ciego frente a esta realidad y por eso actúa con desorden, caos e irracionalidad. Sería ingenuo pensar que ese caos e irracionalidad solo afectará a Estados Unidos, cuando en realidad es un peligro para el mundo entero.
Hizo algunas cosas que se esperaban, porque él mismo lo había prometido durante su campaña. Reautorizó la construcción de los polémicos oleoductos Keystone, que va desde Canadá a Estados Unidos, y Dakota Access, que traspasa tierras indígenas, a pesar de las inmensas protestas en su contra y los terribles impactos ambientales y humanos que causarán. Pero ya sabemos que a Trump no le importa nada de eso, solo le importa generar ganancias, y él es inversionista de la empresa encargada de construir por lo menos uno de esos oleoductos, el Dakota Access. Trump también eliminó algunas reglas financieras que fueron implementadas durante la gestión de Barack Obama para proteger a los consumidores, cosas que ahora ayudarán a los empresarios y multimillonarios a ganar más dinero mientras la gente común y corriente queda sin protección. También decretó esa medida malintencionada y mal hecha para prohibir la entrada a Estados Unidos a los refugiados de cualquier país del mundo y personas de siete países, principalmente musulmanes. Después de varios días de protestas masivas, detenciones de personas con estatus migratorio legal y demandas en las cortes, la medida fue suspendida por un tribunal federal por ser inconstitucional. Trump acusó a los jueces y a las cortes de politizar la seguridad nacional del país y prometió una batalla fuerte en la corte a través de la cual él asegura que saldrá victorioso. Hasta hoy estamos esperando su "batalla" porque no ha hecho nada después de perder la primera ronda. Trump también responsabilizó al sistema judicial por cualquier daño que pueda ocurrir al país debido a la suspensión de su decreto. Y señaló al juez que decidió actuar contra su decreto, poniendo en duda su credibilidad. También desafió el poder de los tribunales de cuestionar la autoridad del presidente. Parece que Trump no ha leído la Constitución de Estados Unidos. Ah, y para variar, todo eso lo hizo a través de su cuenta personal de Twitter.
Hablamos de su Twitter, porque justamente Trump sigue utilizando su teléfono personal y su cuenta personal de Twitter, en plena violación de las normas de seguridad para los presidentes, quienes solo deberían utilizar aparatos asegurados. ¿O acaso Trump no sabe que un teléfono es también un micrófono, una cámara y un GPS? Los servicios de inteligencia del mundo nunca lo han tenido tan fácil para espiar a un presidente estadounidense. Y eso después de hacer tanto ruido sobre el tema de Hillary Clinton y su uso de un servidor de correo electrónico privado. Trump utilizó lo de Hillary para instar a su detención y persecución criminal, y fue el tema principal de su campaña en su contra, que ella no era confiable porque había manejado mal información clasificada. Es risible viéndolo ahora. Trump hasta ha realizado reuniones sobre temas de seguridad de Estado, como la respuesta a Corea del Norte, a plena vista del público en su club Mar-A-Lago en Florida. Bueno, un "público" que paga una entrada de 200.000 dólares para pertenecer al club de Trump. El costo era 100.000 dólares antes de su victoria electoral en noviembre, pero subió a 200.000 porque bueno, Trump siempre busca la forma de convertir su presidencia en un negocio lucrativo. Por eso también castigó a la tienda de Nordstroms cuando dejó de llevar la línea de ropa de su hija, Ivanka, porque eso significa una pérdida y a Trump no le gusta perder.
Hay tantas cosas desordenadas y locas pasando en la Casa Blanca que es difícil seguirlas todas. Veamos su política exterior, si se puede llamar así. En sus primeras semanas como presidente, Trump peleó con el presidente de México y el primer ministro de Australia, tuvo palabras fuertes con la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, Francois Hollande. Amenazó a Irán con una guerra e impuso más sanciones en su contra y ahora ha sancionado al vicepresidente de Venezuela, Tareck el Aissami, calificándolo como un capo del narcotráfico. Días después recibió a la esposa del opositor venezolano Leopoldo López en el Despacho Oval e instó (otra vez por Twitter) al Gobierno venezolano de "liberar a López de inmediato". Más adelante volveremos a este tema.
No podemos olvidar mencionar el desastre adentro de su entorno. Su loco asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, mintió al público, al FBI y al vicepresidente Mike Pence sobre una llamada que sostuvo con el embajador de Rusia en Estados Unidos a finales de diciembre. Trump se enteró del tema hace semanas, pero no le pareció nada malo hasta que la información se filtró a los medios y el vicepresidente se molestó. Sin embargo, Trump le echó la culpa a los medios y a las filtraciones por forzar la renuncia de Flynn, no porque Flynn le había mentido al vicepresidente y al público. Y esa es la otra gran pelea de Trump. Bueno, son dos: los medios de comunicación que no son de extrema derecha, y la comunidad de inteligencia. Es la primera vez en la historia del país que un jefe de Estado no tiene la plena confianza de la comunidad de inteligencia, la cual está filtrando información como si no hubiera mañana. Trump es un mentiroso patológico, un narcisista extremo y tiene un fuerte síndrome de personalidad. Ya los médicos están levantando sus voces sobre su incapacidad para ser presidente, porque el tipo realmente es un enfermo mental y no tiene la competencia emocional para estar en ese cargo (¡y menos con los códigos nucleares en su bolsillo!).
Trump está rodeado de personas con visiones violentas sobre el mundo. Su asesor estratégico, Steve Bannon, un supremacista blanco, racista, xenófobo, abusador de mujeres, que promueve una confrontación violenta con el islam, y que piensa que pronto viene la destrucción del mundo. El otro loco asesor cercano de Trump es Stephen Miller, un joven racista, xenófobo que ha instado al público a no desafiar el poder del presidente porque él tienen la razón siempre, y solo él. Su secretario de Estado, Rex Tillerson, era hasta hace poco el jefe ejecutivo de Exxon y es un tipo que solo ve negocios, no le importa la diplomacia, ni el bienestar del mundo, ni de la tierra madre, solo el petróleo y las ganancias. (¡Ojo, Venezuela!) Y bueno, ya salimos de Michael Flynn, pero ese era otro que abogaba por la guerra a muerte con el islam, calificando a todos los musulmanes de terroristas. Obviamente ellos estuvieron detrás del fracasado decreto de Trump sobre refugiados y musulmanes.
Desde que Trump asumió la Presidencia, han aumentado los incidentes violentos en Estados Unidos contra afroamericanos, latinos, mujeres, judíos y musulmanes. Su verbo odioso ha legitimado a los racistas, dándoles una plataforma masiva para promover su odio. Hasta hoy más de 700 personas, inmigrantes en Estados Unidos, han sido detenidos, muchos de ellos ya deportados. La mayoría no tenía antecedentes penales. Son madres y padres de familia, con pequeños hijos nacidos en Estados Unidos que ahora están separados de sus familias. Cualquiera que parece "inmigrante", entiéndase latino o musulmán, está bajo el riesgo de ser detenido e interrogado por las autoridades y millones de personas por todo el país están viviendo con esa terrorífica posibilidad.
Trump apenas está arrancando y ya tiene una lista de países amenazados y detrás de él están los halcones de la extrema derecha salivando para meterse en Venezuela e Irán, para comenzar. Sin duda Venezuela está en la mira inmediata. Trump dejó claro que en el caso de que hubiese entrado en Irak habría tomado todo el petróleo de ese país. En Venezuela están las más grandes reservas petroleras del mundo y Rex Tillerson quiere recuperar lo que Exxon perdió hace unos años. Con las sanciones contra el vicepresidente venezolano por narcotráfico, Estados Unidos está a un paso de iniciar una intervención directa en Venezuela para ejecutar un cambio de régimen.
¡Abran los ojos, despierten! Trump es una amenaza global. En Estados Unidos el pueblo está en la calle protestando por cada paso atrás que da Trump, por cada violación contra las libertades y los derechos fundamentales del pueblo. El mundo no debería quedarse callado frente a las barbaridades de este tirano que no representa ni la voz ni la visión de la mayoría del pueblo estadounidense. Trump perdió el voto popular en las elecciones presidenciales por casi tres millones de votos, y es el presidente menos popular de la historia del país. No tiene un mandato del pueblo para hacer lo que está haciendo. Su gran ego y su narcisismo extremo lo hacen ciego frente a esta realidad y por eso actúa con desorden, caos e irracionalidad. Sería ingenuo pensar que ese caos e irracionalidad solo afectará a Estados Unidos, cuando en realidad es un peligro para el mundo entero.
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