Publicado: 26 ene 2017 02:42 GMT | Última actualización: 26 ene 2017 02:46 GMT
Un país de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, ingentes recursos minerales y petroleros y una población de casi 100 millones de habitantes: eso habría sido hoy el sueño de Simón Bolívar al integrar a las cuatro Repúblicas que liberó. ¿Qué se lo impidió?
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"Habría sido increíble", dice un joven en un local del centro de Caracas con tan solo imaginar que el proyecto de la Gran Colombia, ideado por Simón Bolívar, hubiese sido posible.
Pero el sueño de Libertador de integrar los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador en una suerte de "Confederación" fue truncado en 1830. De no haber sido así, esa unión de Repúblicas ocuparía hoy una superficie equivalente a una cuarta parte de la Unión Europea, poseería las mayores reservas petroleras del mundo y ostentaría un Producto Interno Bruto de 952.000 millones de dólares.
"El embajador de los EE.UU. comenzó a influir en (Francisco de Paula) Santander y lo comprometió a realizar un segundo congreso, en el que Washington llevó una propuesta distinta a la de Bolívar para intentar introducir la idea del 'Panamericanismo', agudizar las intrigas en contra del Libertador y promover las 'ventajas' de un gobierno federal, en vez de uno centralizado y fuerte", sostiene Bohórquez en entrevista a RT.
¿Cuál es la vigencia de esta historia hoy? Mucha, dice la coordinadora de la Red de Intelectuales: "El Panamericanismo fue el que dio origen a la Organización de Estados Americanos (OEA) que, como bien dijo un canciller cubano, 'es el ministerio de las colonias'; en cambio, la unidad latinoamericana planteada por Bolívar y rescatada por Hugo Chávez, es la que permite que se celebren encuentros como el de la Cumbre de Estados Latinomericanos y Caribeños (Celac)".
Miranda creía era que la independencia debía estar ligada a la unidad para poder consolidarse y "lograr que esa América ocupara un lugar preponderante en el mundo como un bloque de poder", detalla Bohórquez. Bolívar, al igual que el resto de los próceres de la emancipación en Latinoamérica, retomó esas banderas y asomó, en 1815, la posibilidad de que la unión empezara con Nueva Granada (actuales Colombia y Panamá), Venezuela y la Provincia de Quito (hoy Ecuador).
Cuatro años más tarde, en 1819, el Libertador logró la conformación de Colombia (que la historiografía denominará Gran Colombia para diferenciarla de la actual república homónima) y en 1826 convocó a un Congreso Anfictiónico que fracasaría, en gran medida, por la injerencia norteamericana.
Bohórquez coincide con esa visión y añade que la inquina contra el proyecto bolivariano era, precisamente, porque iba en contravía a la Doctrina Monroe de "América para los Americanos". Lo que proponía el Libertador era un bloque de poder entre naciones que compartían una historia y una cultura común, sin tutelaje alguno. Para EE.UU., esa era una empresa "inútil", tal como la califica el diplomático norteamericano Hellman Allen en una carta dirigida a Washington el 20 de marzo de 1826.
La Gran Colombia iba más allá de una unidad territorial y contemplaba cuestiones como tratados comerciales y de navegación, la organización de normas de derecho internacional, la abolición de la esclavitud, el establecimiento de las fronteras nacionales e incluso la conformación de un gran ejército común, refiere el libro De Panamá a Panamá, que compila los documentos históricos sobre el Congreso Anfictiónico archivados por la cancillería venezolana.
La cristalización del sueño de Bolívar de crear una comarca con frentes hacia los océanos Atlántico y Pacífico, que sirviera "de lazo, de centro, de emporio" -como lo expuso en su discurso de Angostura (1815)- amenazaba las apetencias expansionistas de Norteamérica y, para Bohórquez, todavía representa un riesgo a los intereses de EE.UU.
Aunque han pasado casi 187 años desde el fracaso del proyecto grancolombiano, junto a varios intentos fallidos por resucitarlo, la filósofa considera que EE.UU. no ha cesado en su intento de impedir la unidad en la región y torpedear las iniciativas que apuntan hacia esa dirección.
"Siguen medidas como el decreto del ex presidente Barack Obama contra Venezuela, la injerencia en los procesos políticos de la región y sus deseos de instalar bases militares en algunos países para sembrar la desconfianza. ¿Qué nos queda? Defender los espacios comunes, afirmar la unidad y no abandonar foros como la Celac, que tanto trabajo ha costado conformar, aunque no se avance tan rápido. Es una proeza que exista".
Nazareth Balbás
Pero el sueño de Libertador de integrar los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador en una suerte de "Confederación" fue truncado en 1830. De no haber sido así, esa unión de Repúblicas ocuparía hoy una superficie equivalente a una cuarta parte de la Unión Europea, poseería las mayores reservas petroleras del mundo y ostentaría un Producto Interno Bruto de 952.000 millones de dólares.
La mano de EE.UU.
La filósofa e historiadora venezolana, Carmen Bohórquez, quien además coordina la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, considera que si bien los gérmenes que minaron la disolución de la Gran Colombia ya estaban decretados por las peleas entre los caudillos de Venezuela y Nueva Granada, la participación de EE.UU. en el Congreso Anfictiónico de Panamá asestó un tiro de gracia a la unidad."El embajador de los EE.UU. comenzó a influir en (Francisco de Paula) Santander y lo comprometió a realizar un segundo congreso, en el que Washington llevó una propuesta distinta a la de Bolívar para intentar introducir la idea del 'Panamericanismo', agudizar las intrigas en contra del Libertador y promover las 'ventajas' de un gobierno federal, en vez de uno centralizado y fuerte", sostiene Bohórquez en entrevista a RT.
¿Cuál es la vigencia de esta historia hoy? Mucha, dice la coordinadora de la Red de Intelectuales: "El Panamericanismo fue el que dio origen a la Organización de Estados Americanos (OEA) que, como bien dijo un canciller cubano, 'es el ministerio de las colonias'; en cambio, la unidad latinoamericana planteada por Bolívar y rescatada por Hugo Chávez, es la que permite que se celebren encuentros como el de la Cumbre de Estados Latinomericanos y Caribeños (Celac)".
El sueño que no fue
La idea original no es de Bolívar, explica la historiadora, sino del venezolano Francisco de Miranda, quien en 1783 "llega a la conclusión de que los americanos tenían derecho a implementar el sistema de gobierno que les apeteciera y, por eso, esboza su proyecto de emancipación".Miranda creía era que la independencia debía estar ligada a la unidad para poder consolidarse y "lograr que esa América ocupara un lugar preponderante en el mundo como un bloque de poder", detalla Bohórquez. Bolívar, al igual que el resto de los próceres de la emancipación en Latinoamérica, retomó esas banderas y asomó, en 1815, la posibilidad de que la unión empezara con Nueva Granada (actuales Colombia y Panamá), Venezuela y la Provincia de Quito (hoy Ecuador).
Cuatro años más tarde, en 1819, el Libertador logró la conformación de Colombia (que la historiografía denominará Gran Colombia para diferenciarla de la actual república homónima) y en 1826 convocó a un Congreso Anfictiónico que fracasaría, en gran medida, por la injerencia norteamericana.
Historial de intrigas
"Las infamias lanzadas contra Bolívar por los EE.UU. e Inglaterra, a través de sus agentes diplomáticos o consulares acreditados en las repúblicas hispanoamericanas, toman fuerza tan pronto se dan a conocer los primeros intentos para la celebración del Congreso de Panamá, se incrementarán a partir del fracaso de este, y acaban, proponiéndose la desintegración de la Gran Colombia y la desaparición de la persona del Libertador", expone el periodista e investigador cubano Francisco Pividal en su libro Bolívar: pensamiento precursor del antiimperialismo.Bohórquez coincide con esa visión y añade que la inquina contra el proyecto bolivariano era, precisamente, porque iba en contravía a la Doctrina Monroe de "América para los Americanos". Lo que proponía el Libertador era un bloque de poder entre naciones que compartían una historia y una cultura común, sin tutelaje alguno. Para EE.UU., esa era una empresa "inútil", tal como la califica el diplomático norteamericano Hellman Allen en una carta dirigida a Washington el 20 de marzo de 1826.
La Gran Colombia iba más allá de una unidad territorial y contemplaba cuestiones como tratados comerciales y de navegación, la organización de normas de derecho internacional, la abolición de la esclavitud, el establecimiento de las fronteras nacionales e incluso la conformación de un gran ejército común, refiere el libro De Panamá a Panamá, que compila los documentos históricos sobre el Congreso Anfictiónico archivados por la cancillería venezolana.
La cristalización del sueño de Bolívar de crear una comarca con frentes hacia los océanos Atlántico y Pacífico, que sirviera "de lazo, de centro, de emporio" -como lo expuso en su discurso de Angostura (1815)- amenazaba las apetencias expansionistas de Norteamérica y, para Bohórquez, todavía representa un riesgo a los intereses de EE.UU.
Dos tutelajes
"¿Cuándo se habían reunido todos los presidentes de América Latina y el Caribe? Nunca sin tutela de EE.UU. y España: o era en la OEA o en la llamada Comunidad Ibero-Americana. Siempre habíamos estado bajo esos tutelajes", recuerda la historiadora a propósito de la cumbre de la Celac celebrada este miércoles en República Dominicana.Aunque han pasado casi 187 años desde el fracaso del proyecto grancolombiano, junto a varios intentos fallidos por resucitarlo, la filósofa considera que EE.UU. no ha cesado en su intento de impedir la unidad en la región y torpedear las iniciativas que apuntan hacia esa dirección.
"Siguen medidas como el decreto del ex presidente Barack Obama contra Venezuela, la injerencia en los procesos políticos de la región y sus deseos de instalar bases militares en algunos países para sembrar la desconfianza. ¿Qué nos queda? Defender los espacios comunes, afirmar la unidad y no abandonar foros como la Celac, que tanto trabajo ha costado conformar, aunque no se avance tan rápido. Es una proeza que exista".
Nazareth Balbás
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